Sam apareció justo en frente de mí, muy amenazante.
Saber que ese enorme lobo negro que parecía listo para saltar y desgarrarme era mi hermano, no me consolaba en estos momentos, era incluso peor.
“Deja de mirarme como si fueras a arrancarme la cabeza, por favor.” Le pedí, dudando en si cruzar o no. “No vas a hacerlo, ¿verdad?”
“¡Ven aquí, ahora!” Esta vez fue una orden muy clara, una orden del alfa que no podía desobedecer.
Salté al otro lado sin pensarlo más y Sam se acercó lentamente, para inclinar la cabeza contra mi cuello. Parecía una especie de abrazo, uno muy raro. Esto me daba más miedo que el que intentara arrancarme la cabeza.
“Mejor vamos a casa y hablemos como personas, Alana.”
“No estás enfadado, Sam.” Le dije unas cien veces durante el trayecto, esperando que dijera algo. Porque no había manera de saber algo más por sus pensamientos a parte de que enfadado no estaba, ¿no qué la conexión lobuna dejaba expuestos todos los pensamientos?
“Dejamos de escucharte cuando saltaste al lado de los Cullen, Alana, lo que estaba era preocupado por ti.” Comentó antes de cambiar de forma un poco más adelante.
Yo les había dejado de escuchar también, pero no sabía que eso era posible. ¿Por qué les había dejado de escuchar? Solo quería estar sola...
Me acerqué hasta el tronco caído donde tenía un vestido y también cambié.
–Solo quería estar sola, Sam. – Le dije cuando me acerqué a él. – Eso es todo. Tampoco entendía como era que no os escuchaba, incluso pensé que había hecho algo que no debía y...
Me callé cuando me abrazó con fuerza, estrujándome entre sus brazos y hasta levantándome del suelo. Si se escuchaba algún hueso romperse en cualquier momento, sería mío sin duda alguna.
–Lo siento, hermano. – Murmuré devolviéndole el abrazo.
–Mientras no te hayas cruzado con ninguno de ellos, pero igual vamos a hablar. – Dijo cuando nos separamos.
–En cuanto a eso... – Sonreí inocentemente, haciendo que Sam me mirada muy, pero que muy serio. – Han sido simpáticas, no me esperaba que fueran simpáticas la verdad. ¿No qué son monstruos? Aunque, bueno, si viven entre los humanos deben pasar desapercibidos...
–Alana, cierra el hocico. – Sam cerró los ojos, apretándose el puente de la nariz con dos dedos.
–En estos momentos tengo boca, no hocico. – Le corregí sonriente, esperando que la molestia se le pasara por ver a su hermanita sonriendo.
–Y va a ser así por una temporada. – Habló finalmente abriendo los ojos, pero evitando mirarme. Así no funcionaría estar sonriendo... – Nada de cambios, por lo menos durante esta semana.
–¿¡Cómo!? – Pregunté abriendo tanto los ojos como la boca. – ¡¡Sam!!
–Nada de Sam. No quiero que entres por el bosque, menos cuando parece que eres capaz de volver para charlar con unas chupa-sangre que te parecen simpáticas.
–¿Por eso me vas a prohibir cambiar de forma? ¡¡No puedes hacer eso, Samuel Uley!! Y menos teniendo en cuenta que no es algo que controle del todo por el momento.
–Será un buen entrenamiento para ello. Ahora a la camioneta, te llevaré a casa.
Le fulminé con la mirada, no estaba para nada de acuerdo con su decisión. ¿Por perder el controlo en el instituto? ¿Por qué al alejarme dejaron de sentir mis pensamientos? ¿Por cruzar los límites con el clan Cullen? ¿Por eso? No me parecía nada justo.
–Déjalo, iré caminando. – Gruñí pasando de largo la camioneta.
–Alana. – Me llamó, pero no me detuve mientras le enseñaba el dedo menos simpático de mi mano derecha.
–¡Iré caminando a casa, Sam!
–¡Nada de entrar al bosque!
Un escalofrío me recorrió ante la orden, ahora no podía desobedecerla. Una orden del alfa era una orden imposible de ignorar.
Salí corriendo para llegar a casa, estaba molesta con Sam por hacerme esto. Había seguido su marcado protocolo en caso de perder el control en el instituto, aunque lo primero que debía hacer era evitar perderlo. No había cambiado hasta estar entre los árboles donde nadie pudiera verme y me había alejado de la civilización. Que sí, había cruzado el límite que no debíamos cruzar, pero no se rompía el tratado si lo hacía.
Según el tratado, eran los Cullen los que no podían pisar nuestras tierras excepto si les daban permiso. Y no les podíamos atacar a menos que hicieran daño a un humano, así que hice bien en pararme y no lanzarme sobre la rubia con cara de mala leche.
En resumen, había actuado bien y no merecía ser castigada. Así que tenía que hacer algo que luego molestara a mi querido hermano sin incumplir su castigo. Tal vez le pidiera a Jacob que me presentara a Bella, aunque no era algo que me hiciera mucha gracia... Luego iría viendo qué podía hacer.
–¿Alana?
–Hola, mami. – Sonreí al verla esperándome en la puerta, ¿qué sabría de mi huida del instituto?
–Kim ha estado aquí hace un momento, ha traído tu mochila. – Dijo mientras entramos en casa, que decir que fui hacia la cocina. – Si te seguías encontrando mal, aunque le pidas a Sam que te recoja, no te dejes olvidadas tus cosas. ¿Y dónde está tu hermano? ¿Por qué no te ha traído a casa?
–No quería molestarle más. – Respondí de manera automática, mientras asimilaba la historia que parecían haberle dicho y miraba dentro de la nevera.
–Mira, Alana, me alegro de que Sam haya cambiado de opinión sobre evitarnos y vuelva a estar en nuestras vidas, pero no sé si me gusta que estés volviendo a depender de estar con él.
–¡No dependo de Sam! – Exclamé mientras sacaba para prepararme un bocata. – Ya no soy una niña que admira a su hermano mayor y va detrás de él, te lo aseguro.
–¿Por qué no me has llamado a mí entonces?
–¿Para que me hagas quedarme en casa unos días? No, gracias.
–Si estás enferma...
–Estoy bien, mamá, solo me ha sentado mal algo que comí. – Le corté sonriendo para demostrarle que era así. – Todo está bien, no te preocupes.
–Bueno, voy a creerte. Pero a la próxima me avisas igualmente, que no me tenga que enterar por Kim, ¿de acuerdo?
Asentí al darle el primer mordisco al gran bocata lleno de cosas que me había hecho, sintiendo como mi madre me miraba como si ver a su querida hija comiendo fuera algo fuera de lo normal. ¡Oh, cierto! Estaba comiendo como el triple de lo que solía hacer antes del cambio, y ella no me había visto hacerlo hasta este momento.
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Not only the alpha's little sister (Jasper Hale)
Fanfiction¿Era bueno conocer el secreto de la Reserva? ¿Conocer la verdad de su hermano? Alana Uley no lo sabía, porque sentía que su hermano Sam era todavía más protector desde que se unió a la manada. Alana estaba harta de ser la hermana del alfa, siempre c...