Not only the alpha's little sister (Jasper Hale)

Cap. 29 - Un abrazo de oso sería más doloroso

Un neófito apareció cerca de Leah, quien no dudó en ir a por él.

“¡Leah!” Exclamamos al verla ir de frente hacia él, justo lo que no se debía hacer. Pero parecía darle igual, dado que en su mente solo estaba la decisión de acabar con esa sanguijuela sin ayuda.

–¡Leah, no!

Corrí hacia ella más rápido que cualquiera de los demás, apenas notando el suelo bajo mis patas mientras me impulsaba en su dirección. El vampiro había atrapado a Leah en lo que podía terminar en el temido abrazo rompehuesos, rodeándole el cuello con sus brazos. Leah se retorcía intentando alcanzarle, pero no conseguía morderle con sus fauces. No íbamos a perder a nadie, no ahora.

Con un gruñido, salté hacia el neófito. Hundí mis dientes con fuerza en hombro del vampiro, alejándolo de Leah. Lo hice caer al suelo con un sonido sordo, pero no logré sujetarle con mis patas delanteras contra el suelo antes de que reaccionara y se retorciera para deshacerse de mí.

Intentó rodearme con sus brazos igual que había hecho con Leah, pero no se lo iba a permitir. Mordí más fuerte, concentrándome en arrancarle el brazo desde el hombro, porque si lograba eso, podría reducir mucho la probabilidad de que me diera un abrazo de oso rompehuesos.

Pero entonces llegó un puñetazo de su parte que apenas vi venir, estrellándose contra una de mis patas traseras. El sonido del crujido resonando a través de mis huesos, haciendo que un intenso dolor se abriera paso desde ese punto. Me derribó contra el suelo mientras aflojaba mi sujeción por un segundo y se me escapaba un aullido de dolor, creo que acababa de romperme el fémur. A pesar del dolor, no podía darle ventaja, así que logré volver a clavarle mis dientes en su antebrazo, volviendo a evitar que me pudiera rodear con ambos brazos para intentar partirme por la mitad.

Mis mandíbulas se cerraron con toda la fuerza que podía, sabiendo que por muy lento que sintiera que estaba pasando el tiempo, los demás nos alcanzarían para acabar con este último neófito en cualquier momento. Pero el dolor que le estaba causando hizo que el vampiro empujara con fuerza hacia abajo con su otro brazo, aplastándome contra el suelo. Sentí las costillas de ese lado empezar a quebrarse, causando nuevos destellos de dolor que se expandían como fuego por todo mi cuerpo. Mantuve mis dientes apretados sobre su dura y fría piel hasta que la primera costilla cedió con un chasquido que me arrancó un gemido por el dolor que me obligó a soltarle.

Por una fracción de segundo pensé en el grave error que acababa de cometer, pero entonces, de repente, la presión sobre mis costillas desapareció. Me obligué a mirar, esperando ver a otros lobos encargándose de él, pero lo que vi me sorprendió. El vampiro estaba elevándose en el aire con lentitud, siendo alejado de mí por una extraña fuerza de la gravedad que lo hacía moverse hacia el cielo.

Lo primero que pensé fue que el dolor me estaba haciendo alucinar, pero lo descarté cuando vi la figura imponente de Sam saltar para agarrarlo. El gran lobo negro lo derribó contra el suelo con un rugido lleno de ira, no tardando ni un segundo en ser ayudado por algunos lobos más para despedazarlo.

Cerré los ojos sintiendo como el dolor me arrastraba hasta hacer que mi cuerpo volviera a su forma humana sin que pudiera evitarlo. Apenas notaba la tierra bajo mi piel desnuda, porque lo que más sentía era el dolor que me recorría en oleadas punzantes desde mi pierna rota y mis costillas aplastadas.

Gemí por el dolor, intentando moverme para hacerme una bolita, como si eso fuera a ayudarme a dejar de sentirme herida y vulnerable.

–¡Alana! – Jasper apareció arrodillándose a mi lado. Su aroma me envolvió calmando ligeramente mi dolor, haciéndome abrir los ojos lo suficiente como para ver la angustia y la preocupación en su perfecto rostro.