Cap. 17 - Suerte que la manada no escucha mis pensamientos

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¿Os ha pasado alguna vez que cuando más prisa tenéis más torpe os volvéis? Pues eso me estaba pasando mientras me vestía con rapidez tras volver a mi forma humana.

Me había alejado lo suficiente como para no escuchar si hablaban, porque esperaba de alguna forma que la manada y la clan-familia sanguinaria entablaran conversación, aunque la lejanía no impedía que el tufo de los vampiros me llegara. Por suerte, eso incluía que también me llegara su aroma y no pudiera más que sonreír e intentar darme prisa por volver cerca de él.

–¡Vamos! – Exclamé en un susurro intentando atarme la deportiva que me quedaba, dando pequeños saltitos intentando mantener el equilibrio. – ¡Mierda!

Tendría que haberme apoyado contra uno de los árboles, porque pisé una piedra que me hizo caer de culo en el suelo. ¿Se me habría escuchado?

Mi pregunta fue respondida cuando noté que alguien venía a gran velocidad, su aroma embriagador vino hacia mí para avisarme que era él. ¡Por los Ancestros! Si la tierra podía tragarme, este era el momento adecuado.

Ahí estaba mirándome el ser más perfecto del universo, con una mirada dorada que pasó de preocupación a una mezcla de confusión y diversión al verme en el suelo. Aun sin moverme de mi actual posición y notando el calor en mis mejillas por la vergonzosa situación, no pude evitar observarle con esmero.

Su cabello rubio miel caía a ambos lados de su pálido y perfecto rostro, lo que me hizo ver que tenía algunas cicatrices en el cuello, ¿eran marcas de mordiscos? ¿Tendrían que ver con sus conocimientos respecto a como enfrentarnos a los vampiros recién convertidos? Estaba claro que lo averiguaría tarde o temprano, porque todo lo que tuviera que ver con él me interesaba más que cualquier cosa.

Miró sobre su hombro por un segundo, hacia donde estaban todos los demás, antes de dar dos pasos hacia mí, acortando la distancia, para tenderme una mano.

–Todos nos están esperando. – Señaló al ver que no me movía.

Tenía razón, los demás debían estar esperando a que volviéramos. Lo último que me faltaba en ese momento era que Sam se preocupara y viniera a ver si me había pasado algo, estropeando más si podía ser posible mi primera conversación oficial con mi impronta. ¡Mi impronta! ¡¡Chupaos esa todos!! ¡¡Tengo delante a mi impronta, el centro de mi universo!!

–Sí, es verdad. – Dije en apenas un murmullo al ver que volvía a parecer un tanto divertido, tomando su mano. Y, para mi sorpresa, no sentí frío al agarrar su mano, lo que me hizo tardar un segundo en darme cuenta de lo perfectamente bien que encajaba mi mano con la suya.

Jasper tiró de mí, ayudándome a ponerme de pie, haciendo que termináramos muy cerca. Era un poco más alto que yo, mis ojos quedaban justo a la altura de sus labios, por lo que tuve que alzar un poco la cabeza para poder mirarle a los ojos.

–Hola. – Susurré sin moverme, perdiéndome en sus ojos dorados que me miraban como si fuera algo maravilloso.

–Hola. – Susurró de vuelta, una pequeña sonrisa apareciendo por un momento en sus labios. – Creo que no nos hemos podido presentar como toca, señorita. – Me habían llamado muchas veces señorita, sobre todo en el instituto, pero viniendo de él sonaba maravillosamente bien. – Soy Jasper.

–Alana. – Dije sonriendo al recordar que había dicho que mi nombre era bonito, si lo volvía a decir estoy segura de que mi sonrisa se transformaría en una más boba.

Ojalá este momento fuera eterno, pero un aullido de llamada por parte de mi maldito hermano mayor puso punto final a mi primera conversación con mi impronta, al igual que a nuestra cercanía.

Not only the alpha's little sister (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora