Maldito Caleb.

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Publicado por la emoción provocada por el estreno de: ATDMV.
Disfrútenlo tanto como yo cuando escribo.

ALEX.

Después de un par de horas observando al chico de los ojos extraños a través del cristal de su gimnasio, desapareció de repente, tal vez por unos veinte minutos, pero eso no hizo que yo me marchase del lugar, mi curiosidad aumentó y me quede esperando a que volviera, aunque lo que no me esperaba es que de un momento a otro lo tuviera frente a mi, sujetando mi mano y acariciando mi mejilla con la yema de sus dedos.

El contacto con su piel me electrizaba, me quemaba, sentía un cosquilleo intenso en la zona que acariciaba, no se apartaba, ni un solo centímetro, y cuando lo hizo tampoco esperaba que de sus labios saliera alguna palabra, esperaba que simplemente se largará sin emitir palabra, pero me equivoqué, su voz me acarició hasta el alma, me hizo vibrar en mi sitio.

—¿Te apetece tomar algo? Unas cervezas, tal vez.- su sonrisa se ladeó y despegó sus labios de nuevo.- Yo invitó.— dijo finalizando por lo que intuí.

Sonreí sin despegar los labios, sin mostrarle mis dientes, pero no contesté por qué de repente dos chicos aparecieron golpeando su espalda y diciendo en un tono bastante alto "Caleb, Caleb" así que aproveche ese momento para emprender mi huida, por que a decir verdad, ni siquiera sabía que responderle, aunque al menos me había ganado algo, saber su nombre.

Salgo del centro comercial y comienzo a caminar sin sentido, no sé cuánto tiempo estuve divagando por la ciudad, pero cuando me quise dar cuenta no sabía dónde estaba, me había perdido, maldije en mi interior mientras sacaba mi móvil del bolsillo trasero de mi pantalón, cuándo me dispuse a encender la pantalla en ella apareció una imagen negra, con el dibujo de una pila al rojo vivo mientras un rayo blanco lo adoraba desde arriba.

—¡Maldita sea!— grite exasperada mientras pasaba las manos por mi pelo y lo despeinaba.

Seguí caminando intentando encontrar a alguien que pudiera darme su ayuda pero no tuve éxito, a cambio, de un momento a otro comenzó a llover, el día no podía irme peor, tal vez había visto un gato negro, o había pasado por debajo de una escalera, o alguien me había maldecido y yo no me había dado cuenta, en ese momento la imagen de Caleb maldiciéndome por haberlo dejado allí sin respuesta se coló en mi mente, maldito Caleb.

Mientras caminaba por la acera un coche pasó por mi lado haciendo que los charcos que se estaban formando en sus huecos me salpicaran manchando así toda mi ropa y mojándome aún más de lo que ya lo estaba, maldición, eso fue lo que pensé antes de que la persona que decidió mojarme con su coche bajase la ventanilla y se decidiese a hablar.

—¿Estás bien? ¿Necesitas que te acerque a algún lado?- un chico rubio de ojos azules me hablaba desde su coche, fije mi vista en él y me di cuenta de que era el mismo chico que Caleb había estado entrenando minutos antes.

Ni siquiera sé dónde estoy, yo solo estoy de Erasmus aquí, soy nueva y no tengo batería en el teléfono.— contesté frunciendo el ceño y sacudiendo un poco mi pelo o más bien la maraña que tenía por pelo.

—Anda, sube. Te llevaré a mi casa hasta que deje de llover y puedas cargar un poco tu teléfono.- el chico sonrió, quito el seguro a las puertas y me animo a subirme asintiendo despacio con la cabeza.—Tranquila, no te haré daño, soy militar, sube.— insistió.

No muy segura y con el cuerpo temblando de frío me adentre en el vehículo. Al entrar el calor me invadió, se me comenzaron a calentar las manos y también los pies, tenia la calefacción puesta, también la radio en la que sonaba Good thing y los parabrisas funcionaban bastante deprisa sin parar de un lado a otro.

En todo el trayecto no cruzamos muchas palabras, yo no tenia ganas de hablar pues me encontraba perdida, angustiada y además en mi cabeza se repetía una y otra vez la imagen de Caleb sonriendo de esa forma ladeada y tan característica.
Nils -o eso creo- me abrió la puerta del coche, agarro mi brazo con el suyo, lo entrelazo y me pegó a su cuerpo para proteger el mío con un paraguas, pude ver un edificio de color blanco, con balcones llenos de flores excepto uno que no tenía ningún tipo de adornos.
Nos adentramos en el edificio y como bien supo mi instinto descifrar el balcón sin nada era el del piso de Nils, el salón era de color blanco, tenía una mesa con cuatro sillas de color negra a un lado, un pequeño mueble de televisión también negro en el cual reposaba una televisión de unas 60 pulgadas más o menos, frente a la televisión había una pequeña mesa de té y un sofá de dos plazas que a decir verdad parecía bastante cómodo.

Nils me invitó a sentarme y así lo hice, observé todo a mi alrededor y me di cuenta de que no tenía fotos familiares, ni tampoco suyas, al menos no en el lugar en el que ahora me encontraba y aún que la curiosidad me pudo, me mantuve en silencio, sentada en aquel sofá sin casi moverme ni un centímetro.

Secretos Oscuros. (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora