Secretos Oscuros. (PAUSADA)

Sueños.

ALEX.

Cuando me quise dar cuenta, me encontraba en sumida en un sueño profundo, tanto que de un momento a otro comencé a ver a Caleb justo a mi lado, los dos nos encontrábamos de pie, bastante cerca, lo suficiente como para que de un momento a otro él agachase la cabeza unos milímetros y acabase por comerme la boca, puse una de mis manos en su pecho y me di cuenta de que se tensó en el instante haciendo que mi mano rozase su musculatura dura, dejó soltar un suspiro y su pecho se deshinchó haciendo que mi mano subiese y bajase al compás de su respiración.

De un momento a otro, Caleb me agarro por las piernas e hizo que le rodeara su cintura con las mismas, ni siquiera me resistí, solo me deje hacer por que probablemente deseaba aquello más que él mismo, en ese instante mi cabeza quedaba un par de centímetros por encima de la suya, por lo tanto yo miraba hacia abajo para poder tener una mejor vista de su cara, lamió sus labios dejando un rastro mojado en ellos, luego los mordió y sin pensarlo, me acerqué a él y lo besé.
Lo besé con tantas ganas que sentí que aflojaba el agarre y que por lo mismo nos movimos un poco del lugar, al principio él no respondió, eso me decepcionó en sobremanera, pero sin esperármelo sus labios empezaron a moverse sobre los míos con urgencia, dio un par de pasos aún besándome y acabé pegada a la pared, su cuerpo me cubría por completo, sus labios cubrían los míos y sinceramente no quería que eso acabase nunca pero eso era algo improbable, me separé un poco de sus labios agarrándole del pelo y deslizando su cabeza hacia detrás, él mordió mi labio inferior antes de que lo pudiera separar más, lo observé y tenía los labios rojos, hinchados, sus pupilas estaban dilatadas, tanto que sus ojos parecían del mismo color oscuro aún que yo sabía perfectamente que no era así, me moví un poco para impulsarme, sentí que cierta parte de su anatomía reaccionó al contacto de nuestro labios y un gruñido se quedó atrapado en su garganta, mi cara debía parecer un maldito tomate, ni siquiera sabía dónde meterme, Caleb me sostenía la mirada de una forma bastante intensa, sentía que la parte baja de mi estómago palpitaba al igual que mi zona más íntima, a partes iguales, ¿sería capaz Caleb de notar mis ganas de ser follada en ese mismo momento? Aparte esos pensamientos de mi cabeza cuando lo escuché hablar.

—Acabarás por volverme loco, pequeña acosadora.- su voz salió de su garganta de forma ronca, en un susurro, rozando sus labios con los míos de nuevo.

Me estremecí al escucharlo de esa forma, por que nunca creí que alguien como él acabase por decir algo así a una chica como yo, sentí como sus labios se posaban en mi clavícula, dejando un camino de besos desde allí hasta mi oreja, en ella paraba por un segundo, me mordía el lóbulo y luego seguía con sus besos por mi mandíbula, mi cara y la comisura de mis labios, torturándome, pues lo único que conseguía con eso era ponerme aún más nerviosa y que mi zona íntima reaccionará mojándose como nunca me había pasado con ningún chico anteriormente, de un momento a otro, dejé de sentir sus besos y comencé a sentir su lengua húmeda paseándose por mi cuello, por mis labios, por mi clavícula y finalmente por el montículo que conformaban mis pechos, cerré los ojos con fuerza cuando lo sentí justo ahí, tratando de no pensar y perder la poca cordura que me quedaba, mi respiración se agitaba cada vez más con cada beso que me regalaba, fuese el lugar que fuese, sus labios se hinchaban con cada beso, y como un impulso me mordí el labio inferior, él gruñó pero eso no le impidió seguir con su trabajo, cerraba los ojos con cada beso y eso me permitía ver lo largas que eran sus pestañas, parecían incluso más largas que las mías, su mandíbula se apretaba cada vez que terminaba un beso, sobre todo cuando llegaba a mi pequeño montículo, su mandíbula era lo suficientemente marcada como para parecerme jodidamente sensual, en realidad, todo él me lo parecía, pero no era algo que admitiría en voz alta.