CALEB.
Cuando deje a Alex en la puerta de su apartamento, no muy convencido preferí quedarme a esperar si entraba y si algo más sucedía, espere por unos minutos y por lo visto, se quedaría en casa esa noche, aunque a decir verdad, yo la preferiría en la mía.
Deje el coche aparcado donde estaba, me bajé, abrí la puerta de casa y me adentré en ella, me deshice de la camiseta que portaba, también de los zapatos y calcetines quedando descalzo con el pantalón negro de chándal, me miré en el espejo de cuerpo entero que tenía en el salón, primero vi mis ojeras notándose así que las últimas noches de mi vida no había descansado como se debía, luego vi mis labios cortados por haberme mordisqueado los mismos a causa de mis nervios al enterarme del accidente de Alex, me fijé en el águila que dibujaba mi cuello, era de un color oscuro, una de sus alas se encontraba abierta hasta llegar detrás de mi oreja, la otra estaba pegada a su cuerpo, lo único que se veía de su cara era uno de sus ojos y el pico mientras trataba de cazar quién sabe qué, me lo tatué con veintiún años, cuando la vida me estaba dando uno de los golpes más duros que podía haberme dado, dicen que esos animales, son la marca de los guerreros, líderes, símbolo de la luz, es por eso que decidí marcarme con ella el cuello, después de eso observé mi cuerpo, mi pecho subía y bajaba, dos piercings adornaban mis pezones, y mi estómago estaba marcado a causa del entrenamiento que a diario hacia, mire mis piernas separadas, luego mis pies, y volví a mi torso recorriendo cada una de las marcas que perdurarían hasta la eternidad en mi piel, que siempre me recordarían lo que hicieron de mi, el daño que me hicieron, y lo que luché por sobrevivir, minutos después, dejé de mirarme al espejo y me dispuse a hacerme algo para cenar.Cené en la soledad de la noche, en silencio, sin interrupciones, sin nada que perturbara mi paz mental, justo como necesitaba hacerlo, claro estaba que no contaba con que esa niña acosadora se iba a meter en mi cabeza cada segundo que podía, eso me estaba haciendo perder la cordura, por que no la quería allí, no la quería dentro de mi cabeza, no es donde debería estar, no en ese momento, cuando me cansé de que no me dejara pensar ni un segundo me dirigí a mi habitación, destapé mi cama, me adentré en ella y dirigí mi mirada al ventanal del balcón, esperándola, esperando algo que no pasaría, esa noche la cortina de su habitación estaba cerrada, así que dándome por vencido y desechando el pensamiento de verla, cerré los ojos para poder descansar algo aquella noche.
Estaba dormido, o eso pensaba yo, por qué de un momento a otro sentí que mi cama se hundía, como si alguien se hubiese acostado allí, a mi lado; Abrí los ojos despacio, y la vi allí, mirándome con calma, sus ojos eran de un verde intenso, con algunas motas de color azul, movió sus gruesos labios formando una sonrisa con ellos sin mostrar los dientes, sus mejillas se encontraban de un bonito color carmesí, eso me provocó pasar las yemas de mis dedos sobre ellas, su respiración y la mía estaban acompasadas, mezclándose, olía a cítricos, una mezcla de limón con un toque de naranja era lo que podía percibir, su cabello estaba suelto, me mordí el labio inferior y luego me pase la lengua por el mismo, ella entreabrió sus labios, sonreí de forma casi inconsciente, comencé a sentir un toque suave sobre mis costillas, luego sobre mi brazo, pasaba de ese lugar al contrario constantemente haciendo que mis vellos se erizaran de forma inmediata, ninguno de los dos decía nada, solo nos dedicábamos a mirarnos, respirar, y acariciarnos, ella mis costillas y mi brazo y yo su mejilla que comenzaba a calentarse bajo mis dedos.
Cerré los ojos y cuando me quise dar cuenta, sentí un peso sobre mi abdomen, quise mantenerme así por unos segundos, disfrutar de esa sensación por que a saber cuando volvía a sentir algo parecido, sus labios empezar a trazar un recorrido de besos desde mis hombros hasta mi abdomen, sentí sus labios sobre mi garganta, eso me hizo tragar saliva con dureza pero aún así no abrí los ojos, no quería hacerlo, deje que siguiera su camino de besos sin oponerme a pesar de las cicatrices que adornaban mi cuerpo, de las que me avergonzaba a sabiendas que luego sería un blanco de preguntas sin descanso que tendría que responder, cuando la sentí en los huesos de mi cadera, besándolos, tirando de mi piel con sus dientes, abrí los ojos, agarre su cabello e hice que sus ojos se quedaran clavados en los míos, se lamía los labios, sonreía con descaro, sus mejillas estaban aún más rojas y su respiración estaba acelerada.
Sin preámbulos decido atacar a sus labios, la agarro de la nuca y pegó su boca a la mía, sus labios son suaves, el deseo de morderlos me invade, aún así me quedo un rato más disfrutando de semejante tacto en mis labios, muevo mi boca encima de la suya, y decido hacerme un hueco dentro con mi lengua, ella me recibe sin oposición, cuando siento que el aire comienza a faltarme, muerdo su labio inferior, tiro de él y veo una sonrisa en su boca cuando lo mantengo un rato entre mis dientes, al soltarlo, mis manos involuntariamente vuelan a sus caderas, agarro el borde de la camiseta que porta, la deslizo por su estómago, lo acaricio con la yema de mis dedos y sigo mi camino para deshacerme por fin de aquella camiseta que tanto me molesta, la observo y mi respiración comienza a acelerarse de forma exagerada, comienzo a sentir sudor frío recorrerme la espalda, repentinamente mis ojos se abren, miro a mi alrededor y no la tengo a mi lado, me encuentro sumido en la oscuridad de la noche, con el torso completamente mojado, la respiración agitada, y lo único que se me ocurre es mirar por la ventana, por que necesitaba verla.
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Secretos Oscuros. (PAUSADA)
Romans⚠️ Advertencia: Contenido adulto. Mi vida no había sido nada fácil, y mucho menos cuando tuve que huir de casa sin ningún tipo de pertenecías, dejando atrás mis recuerdos, la única familia que pensaba tener, y lo más importante para mi, aquellos tr...