Capítulo 22

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Un ligero escalofrío recorrió mi espalda cuando me di cuenta de la hora que marcaba el reloj de pie situado en una esquina; apenas faltaba poco menos de media hora para que este año acabara

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Un ligero escalofrío recorrió mi espalda cuando me di cuenta de la hora que marcaba el reloj de pie situado en una esquina; apenas faltaba poco menos de media hora para que este año acabara.

Fue entonces cuando se me pasó por la cabeza el tiempo que había pasado con Elliot cerrada en su habitación, a esas alturas probablemente mis guardaespaldas estarían peinando la zona como posesos bajo las autoritarias órdenes de mi padre.

Era cuestión de tiempo que dieran con nosotros.

—Edine— levanté la mirada y la centré en él; había avanzado hasta mí y solo un reducido espacio de un metro quedaba libre entre nosotros. Si alargaba los brazos podía tocar la suave tela oscura de su traje sin hacer mucho esfuerzo, pero me contuve como lo he estado haciendo todo este tiempo—. Quiero que me seas sincera en una sola cosa— sus dedos volaron hacia los míos y se enredaron en mis brazos, tiró de mí de un solo y preciso movimiento que acabó acercándome hasta su pecho. Escuché el latido constante de su corazón, no parecía nervioso; sino todo lo contrario, estaba tranquilo. Que a diferencia de mí, temblaba como un flan—. ¿Qué te hicieron?

Su pregunta me provocó desconcertación, una vaga parte de mi cerebro sabía perfectamente a qué aludía esa pregunta; sin embargo, no quería creerlo.

Fui incapaz de mirarle a la cara.

—Edine...— mi nombre resonó en mis oídos como una advertencia. Empecé a notar el cosquilleo del terror latiendo frío en mis venas.

—No ha pasa nada Elliot, estoy...— bajé la cabeza para intentar ocultar el miedo que reflejaba mi mirada—, bien.

—Ni se te ocurra decir que estás bien pequeña— fue severo pero en parte tenía razón—. Nadie podría vivir tranquilo después de haber visto esa carnicería— trazó círculos en mi cintura desnuda invitándome a hablar sobre ello; no obstante, respiré hondo intentando controlar el miedo que se arremolinaba en mi estómago.

Pero iba a ser más difícil de lo esperado.

—Estoy bien— dije entre dientes, no quería que por los matices de mi voz agarrotada y casi al límite de perder la cordura me delatara.

—Edine...— me deslicé fuera de su agarre y me alejé de él hasta toparme de nuevo con el mullido sofá azulado.

«Contrólate Edine, nadie puede saber la verdad de los hechos» repetí varias veces en mi cabeza. Tenía la piel helada, el pulso acelerado, la cabeza me dolía a más no poder,...

—No vas a poder ocultarlo por mucho más tiempo, pequeña— una lágrima se deslizó abandonada por mi mejilla, rápidamente me la sequé para evitar sospechas—. ¿Te acuerdas de la confianza que teníamos el uno al otro?, pues ahora mismo parece que me estás olvidando por completo— me estaba provocando, me conocía tan bien que en cuanto dijese una palabra más por esa boca la presa se rompería—. Siento decírtelo, pero no puedes quedarte callada librando tus propias batallas— sentí su respiración a mi espalda, era tan doloroso aceptar que él llevaba razón; mi cuerpo se sacudió en mitad de un sollozo y me llevé una mano hacia el abdomen pues la carga que llevaba sobre mí comenzaba a hundirme—. Edine...

Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora