Al cabo de las horas, la suave llovizna comenzó a caer más fuerte, las gotas gruesas resbalaban por mi rostro humedeciendo poco a poco mi cuerpo y adentrándose lentamente en cada poro de mi piel. El eco de la lluvia chocando contra las sólidas superficies de la piedra y las rígidas hojas, así como la amenizante melodía de los riachuelos que escapaban de los abundantes charcos de la iglesia, se convirtieron en los factores principales de este escenario.
Poco tiempo después, abrí los ojos deleitándome con este paisaje, que en pocas horas había cambiado a otro totalmente diferente. Me había pasado prácticamente dos horas sentada en uno de los rincones de la abandonada iglesia, dejando volar mi mente mientras me sentía como una niña.
Justo antes de que todo se fuera al traste con mi familia.
Con las piernas adormecidas y la creatividad a su máximo límite, me despedí hasta otra ocasión de mi pequeño rincón o, en otras palabras, hasta siempre. Posiblemente, y si todo salía como lo previsto, no volvería a verlo en mucho tiempo; ni al jardín, ni el conservatorio, ni las típicas calles de Londres. Todo este mítico paisaje sería un recuerdo más que albergar en mi memoria cuando mire por la ventana del avión en dirección a Moscú.
Con un agujero en mi pecho salí de allí y tras andar por varios minutos acabé sentada en una pequeña cafetería con un café humeante entre mis heladas manos. Sorprendentemente, en todo el tiempo que no estuve en casa no había recibido llamadas o mensajes, ni de los Hunter, ni de mis padres, y mucho menos de Rick.
Así que decidí silenciar el teléfono para el resto del día.
Las calles estaban decoradas con todos los adornos navideños de la época, se podía oler el ambiente y el espíritu que llenaba todos los corazones de los Británicos en estas fechas.
Muchos de ellos cruzaban la calle con montones de bolsas entre las manos, los niños jugaban con los charcos formados en mitad de la acera y otros exhibían su amor por la Navidad portando un divertido gorro de Santa Claus. Sin embargo, como todo cuento de invierno, el espíritu del Sr. Scrooge estaba presente en algunos de los ciudadanos, sus ceños fruncidos y la mueca de desagrado que se formaba ante cualquier villancico que escuchaban o adorno navideño que veían, eran de los gestos más comunes.
El resto del día lo pasé a la orilla del río, paseando por los alrededores y perdiéndome entre los infinitos puestos y casetas del mercadillo navideño del London Bridge City. Para finalizar, subí a lo alto del Sky Garden y me deleité contemplando desde la terraza de cristal cómo la sombra del sol entre las nubes se escondía entre el horizonte de Londres; después de que el último rayo de sol desapareciera, el cielo se oscureció lentamente para dar paso a la reina de la noche, la luna.
Regresé a casa después de un día entero lejos de ella y de todas las personas que forman mi vida y con una actitud más relajada después de haber pasado un tiempo a solas; solo yo y mis pensamientos. Ya en el taxi, el tráfico abarrotaba las calles principales y la llegada a casa se demoró hora y media a causa de las festividades.
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Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021
Teen FictionTras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro. Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...