Habían pasado ya dos días desde mi gran discusión con Elliot, algo totalmente anormal debido a que llevábamos alrededor de dos años sin tenerlas.
Por un momento me había olvidado de cómo eran, había borrado de mi memoria su agresiva voz y sus gestos efusivos, sin mencionar su acentuada mirada que cada vez se volvía más y más oscura. Olvidé cómo me sentía durante ellas, y por si fuera poco, me olvidé también por completo del hecho de que la que siempre salía herida en aquellas peleas era yo.
Algo dentro de mí sabía que por mucho que lo quisiese apartar de mi vida, tarde o temprano volvería a aparecer.
Con el tiempo había empezado a hacerme a la idea de que nunca más iba a lidiar con él, estaba convencida de que nunca regresaría a Londres y por ende, rezaba por no encontrármelo un día cualquiera al doblar la esquina de mi calle.
Desde el día que supe que se había ido, quise apartarlo de mi vida inmediatamente; pero había algo que me mantenía atada a él, de una manera tan fuerte que casi sentía desfallecer cada día que escribía a su móvil y veía cómo los mensajes se acumulaban en el chat esperando ser leídos.
Me olvidé de él y comencé a vivir una vida normal, pero aún conservando su vivo recuerdo encerrado en lo más profundo de mi corazón y aquel hilo que me conectaba a él de alguna forma extraña.
Fueron 48 largas horas, las cuales pasé totalmente absorta en mis pensamientos. Me había quedado mirando un punto fijo de aquella pared y no había despegado la vista ni siquiera para mirar la hora. La oscuridad cubría el cielo y la poca luminosidad que hubo minutos atrás quedó extinguida, ni siquiera me limité a moverme para encender la luz de la habitación, tan solo dejé que la oscuridad me refugiase en sus nocturnos brazos.
El manto de la noche me envolvió una vez más como aquel día, así que lloré libremente sabiendo que encerrada en aquella sombra nadie me juzgaría por mis problemas y me dejaría desahogarme hasta que no me quedasen más lágrimas que llorar.
Simplemente necesitaba pensar, quería estar sola y dedicarme a repasar todos los errores que ambos cometimos con el fin de no repetirlos nuevamente. Quería estar preparada para que si esto sucediese de nuevo, no volviera a caer en sus trampas de amistad, ni tampoco me dejara embaucar por su palabrería y, sobre todo, no le abriera las puertas de la muralla que custodiaba mis sentimientos.
Durante esas tediosas horas, aún mi cabeza seguía reproduciendo en sueños sus palabras, martirizándome, todas ellas en forma de un bucle incesante, componiendo una música repetitiva. Para mi poca fortuna, la llevaba en mi interior día sí y noche también.
Sin embargo, aquella noche en concreto, cuando me encerré en mí misma, después de clausurarme en mi habitación y ahogarme en lágrimas por horas, no bajé a cenar.
A las diez de la noche, a dos horas de lo sucedido, ya no me quedaban lágrimas que llorar; ahora estaba seca, rota y completamente destrozada mientras mi cuerpo seguía agitándose con temblores y sacudidas constantes, y llorando lágrimas secas en mitad de la noche.
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Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021
Teen FictionTras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro. Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...