Capítulo 24

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Pensaba por un momento que la presión que sentía en mi pecho remitiría pasadas las primeras dos horas del vuelo

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Pensaba por un momento que la presión que sentía en mi pecho remitiría pasadas las primeras dos horas del vuelo. Desde que el avión despegó, Brix había intentado por todos lo medios entablar una conversación conmigo, pero lo único que obtuvo a cambio fue mi rotundo silencio.

Miraba el móvil nerviosa, no había recibido ni una sola llamada o mensaje de los Hunter; pensaba que a estas alturas de la mañana Rick se habría encargado de notificárselo pero al parecer nuevamente me equivocaba.

—Srta. Harford— miré de soslayo a la azafata vestida de azul marino y con el pelo castaño recogido en un moño bajo, sus ojos azules me miraba con interés acompañados con una incómoda sonrisa de perfectos dientes blancos— ¿Le apetece algo de comer o de beber?

—No, gracias— dije con la mejor entonación posible mientras sonreía de vuelta.

—En caso contrario no dude en llamarnos ante cualquier necesidad que se le presente— la castaña se giró sobre sus tacones y emprendió el paso hasta un Brix que parecía estar disfrutando de las vistas por la ventanilla, situado a escasos metros de donde yo estaba.

Se había quitado la chaqueta del traje, que descansaba perfectamente colocada en el asiento de al lado, tenía la corbata aflojada junto con los dos primeros botones de la camisa blanca desabrochados y las mangas de la misma remangadas hasta el codo. Podía ver esta vez a la perfección aquel anillo de oro que coronaba el dedo anular de su mano izquierda; estuve tan intrigada después de ver su reacción cuando lo toqué la noche del ballet, que no tardé en los días siguientes en meterme en internet y buscar acerca de aquel venenoso animal al que tanto apego le tenía Brix.

Mi mirada pareció incomodarle, pues no dudó en sostenerme la vista con anhelo y cierta diversión en sus ojos. Ambos estábamos colocados de manera que podíamos vernos la cara en todo momento; lamentablemente intenté huir de su presencia y encerrarme en el baño que tenía a tan solo unos metros de mi asiento, pero no tuve la determinación de abandonar aquel punto de apoyo que mantenía oculto mi temblor.

—Un whisky estaría bien— la voz de Brix fue lo que me catapultó de nuevo a la realidad que estaba viviendo.

—¿No es demasiado pronto para un whisky, Sr. Crawford?— respondió la azafata con exquisita amabilidad.

Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora