Capítulo 11

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Sus labios tibios se posaron sobre mi mano lentamente, el contacto que estábamos manteniendo con la mirada se prolongó todavía más entre nosotros

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Sus labios tibios se posaron sobre mi mano lentamente, el contacto que estábamos manteniendo con la mirada se prolongó todavía más entre nosotros. De repente, unos traviesos destellos de luz aparecieron en sus ojos ambarinos, cual diamante de joyería, y sinceramente, una tímida y tonta sonrisa se dibujó en mis labios.

—El placer es mío Sr. Crawford...— definitivamente, las palabras no me salían de los labios y estaba quedando en ridículo al quedarme embobada mirándolo.

—Por favor, dejemos las formalidades para otro momento— aturdida moví ligeramente la cabeza para prestar atención a lo que había dicho, alejó mi mano de sus labios, pero aun así la mantuvo sujeta entre las suyas—. Si no le importa, llámeme Brix; soy demasiado joven para ser tratado con tanta formalidad.

Así que se llamaba Brix, interesante. ¿Pero qué estás haciendo Edine? Concéntrate por el amor de Dios, es solo un chico de veinticinco años, que además es el director del Bolshói, y está delante de mí, hablando conmigo, y está genial...

Un momento, ¿he dicho yo eso? ¿Lo habré dicho en voz alta? ¿Dios qué pensará de mí?

—Srta. Harford...— qué labios tan perfectos tiene. Se acabó, ¿alguien puede encerrar a esa psicótica parte de mí fuera de mi mente?—. Srta. Harford...

—Sí, lo siento...— el cálido tacto de nuestras manos uniéndose hizo que las mariposas regresasen a mi estómago y pusieran el resto de mis hormonas saltando por todo mi organismo—. En ese caso, llámeme Edine.

Las puertas del salón se habían abierto a uno de los laterales del vestíbulo, inmediatamente todos y cada uno de los invitados comenzaron a ir a en su dirección como las polillas van a la luz. En menos de lo esperado ya apenas quedaba gente a nuestro alrededor. Nikki y Dom habían abandonado la sala, por lo que me dejaba acompañada de los tres hermanos restantes, la pija pelirroja y Brix.

—Edine, precioso nombre— que bien sonaba mi nombre con su voz, inconscientemente me mordí el labio inferior en busca de alguna piel seca la cual arrancar y evitar el nerviosismo que se extendía por mi cuerpo—. Señora de Edimburgo, ¿me equivoco?

—En absoluto, ¿cómo sabe eso?— casi nadie conocía el verdadero significado de mi nombre y escucharlo decir de su boca me hizo interesarme mucho más por Brix Crawford.

—No tiene importancia; ahora, si no es mucho pedir...— se situó a mi lado haciendo caso omiso de un Ethan con cara de pocos amigos, y ocupó su lugar a mi lado— ¿Querría acompañarme al salón?— dobló su brazo a la altura del mío y se mantuvo en su sitio esperando hasta que deslizara el mío.

Con mi mirada le recorrí de arriba a abajo, intentando saber si realmente aquella persona era real. El traje gris humo se le ajustaba perfectamente a su cuerpo, resaltando parte de sus músculos en los hombros y bíceps cuando dobló aquel brazo para mí. Su cabello negro revuelto en comparación con los dos cristales de luz que portaban sus ojos, me hizo darme cuenta de muchas cosas.

Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora