Tras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro.
Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...
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Advertencia: Este capítulo tiene contenido violento y para aquellos que no les agrade serán avisados con este símbolo ⚠️ en el momento de su inicio y final.
Sumida en el calor de las mantas y en un sueño profundo, mi mente buceó entre los recuerdos de mi pasado en busca de uno en especial:
El manto estrellado de la noche cubrió lentamente el cielo, el frío incipiente de las primeras noches de Septiembre se notaba en el ambiente junto con el sonido del agua de la piscina, mezclada con la melodía de los grillos.
El crepitar del fuego procedente de la hoguera y las llamas en tonos anaranjados iluminaban el cenador del jardín, las telas blancas a los lados de esta y el cautivador olor de la leña y la humedad del extinguido verano comenzaba a surtir efecto en mí.
La familia Hunter se encontraba dentro de la casa, Nikki y Dom se ocupaban de la cena mientras que los hermanos estaban en sus habitaciones secándose después de habernos pasado una tarde entera en la inmensa piscina. El pantalón corto negro y la fina camiseta blanca de tirantes cubría mi cuerpo, el cabello estaba suelto y aún presentaba mechones oscuros y húmedos por el reciente baño. Estaba sentada en una tumbona al lado de la hoguera para conseguir entrar en calor y así finalmente poder secar mi pelo con la cálida temperatura que irradiaba el fuego.
Los búhos ululando en los árboles del jardín generaban una atmósfera única aquella noche de Septiembre. Cerré los ojos y me recosté suavemente sobre la mullida tumbona rodeando mi torso con los brazos, en busca del calor reconfortante, aquella melodía de la naturaleza y las energías agotadas después de un día entero sin parar surtieron efecto en mí. Los ojos estaban cansados y los párpados comenzaban a cerrarse lentamente oscureciendo mi mirada al jardín.
Al cabo de un rato, aún sin poder conciliar el sueño completamente, una tela gruesa y caliente cubrió mi torso aislando mi cuerpo del frío de la noche, me apreté en torno a ella para sentir su calor y suspiré pesadamente. Escuché un ligero ruido a mi alrededor y por mis sentidos, percibí la presencia que lo causaba. Abrí mis ojos rápidamente e hice un repaso del lugar que barría la luz anaranjada procedente del vivo fuego.
Con la mirada algo desenfocada, hallé una figura encorvada sobre el fuego, avivándolo; esos hombros, el nacimiento del pelo en la nuca, su ancha espalda,... Cuando finalmente tomó asiento a mi lado y giró su rostro en mi dirección comprobé que se trataba de Elliot.
Tenía la mirada fija en el fuego junto con las manos extendidas hacia él, su cabello estaba algo revuelto mostrando pequeños rizos al final de varios mechones y se movía levemente ante la pequeña brisa del jardín. Sus facciones estaban relajadas disfrutando del calor y la noche de verano.
Estaba sin camisa y con un simple bañador azul marino.
Los ojos automáticamente se iban directamente hacia la fibrosidad de sus músculos. Las perfectas y bien definidas líneas de sus brazos y potentes piernas conducían a ese vientre plano y decorado con el prominente relieve de sus bien trabajados abdominales.
