Si me hubieran dicho que esto iba a pasar, hubiese escogido sin duda alguna quedarme en la cama viendo las vigas del techo sin pausa alguna.
Pero esto me pasa por cabezota. Y también por mi instinto infantil.
Me di una ducha bien caliente nada más llegar a mi habitación envuelta en mantas de cabeza a los pies y seguida de Nikki que parloteaba sin parar acerca de lo animales que son sus hijos a veces. Una vez en la intimidad, me despojé de todas las prendas que se apretaban con fuerza a mi cuerpo y que quedaron hechas un ovillo en la esquina del suelo del gran cuarto de baño. El agua caliente salió de la torre de la ducha comenzando a llenar la habitación poco a poco con su vapor blanquecino, el cristal de la mampara y el kilométrico espejo se cubrieron por completo con diminutas gotas de agua incrustadas en su superficie.
Obligué a mis congelados pies a moverse hacia el calor que emanaba del techo y lentamente dejé que aquella sensación de calidez y serenidad se introdujera en mi cuerpo a la vez que los restos del agua fría como el témpano abandonaba por completo los rincones de mi dorada piel, contrarrestando el frío de mi cuerpo con una ducha caliente.
Cubrí mi cuerpo con gruesas toallas blancas y posteriormente me enfundé en unas mallas y sudadera viejas que tenía ya desde hacía muchos años. Las letras rojas de la sudadera gris que formaban "I already told you that I don't want to join your super secret boy band" seguían intactas, algo sorprendente ya que deberían de estar descosidas, sin embargo, ahí estaban. Cada vez que me ponía esa sudadera mi mente divagaba por los recuerdos más profundos de mi pasado, entre ellos, recordaba a Julian.
Se podría decir que fue la primera vez que llegué a sentir algo más que afecto, fuimos compañeros de pas de deux en los últimos años de su estancia en Londres, para desaparecer por completo del mapa semanas después de nuestra última función juntos.
Julian Hume, fue durante dos años de mi vida, mi brújula.
Después quedó en un olvido que se encuentra guardado en lo más profundo de mi corazón y del que actualmente pese a su desaparición nadie más ha vuelto a mencionarle. Parecía como si de la noche a la mañana Julian dejara de existir en nuestras vidas.
Le conocí a los doce años cuando vino al conservatorio por motivos de intercambio con una escuela de ballet de otra ciudad a la que él pertenecía. Pese a sus dieciséis años en ese entonces, era uno de los chicos que destacó inmediatamente en el lugar, no había sitio por donde pasases que su nombre no se escuchase seguido de elogios, era la innovación de la academia. Poco a poco a medida que íbamos coincidiendo en numerosas clases, fui observándole en secreto; rozaba el metro setenta y cinco, era delgado y además como punto a favor, era puro músculo. Tenía unos ojos de un fuerte color ámbar en tonos miel y el cabello rubio como el dorado sol, la bronceada piel brillaba como la purpurina cuando la fina capa de sudor comenzaba a instalarse debido al ejercicio forzoso de la tarde.
Muchos de los profesores aseguraban que Julian tenía un potencial innato para la danza y que le deparaba un futuro prometedor en lo más alto.
Una de las veces me pilló observándole directamente sin ninguna discreción por mi parte, la incomodidad generada fue disipada cuando se acercó a mí después del ensayo. Desde aquel día nos convertimos en uña y carne, la afinidad comenzaba a florecer y a transformarse en una química interestelar que el resto del mundo comenzó a elogiar. A medida que nos conocíamos más y más, añadiendo que hacía poco habíamos sido nombrados pareja principal en el paso a dos del ballet, se generaron nuevos sentimientos entre ambos, admiración, pasión, ternura,... ¿amor?
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Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021
Teen FictionTras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro. Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...