Tras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro.
Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...
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Presente.
Llevo mucho tiempo preparándome para esto, era consciente de que probablemente acabaría en desastre pero por intentarlo no perdía mucho.
¡Quiero decidir por mí misma de una vez por todas!
Al menos me conformaría con poder elegir mi educación, si es que pudiera.
Desde que era muy pequeña, mis padres querían lo mejor para mí, eso incluía los colegios más caros y la educación más prestigiosa del país.
El dilema no es otro que, una nueva escuela.
Llevo siendo la chica nueva durante cuatro años, los suficientes como para darme cuenta de que seguiría así por mucho más tiempo. La inestabilidad con la que vivía constantemente ya se había vuelto parte de mi rutina diaria, todo ello fruto del trabajo de mi padre y su obsesión de querer más y más.
Por ello, no me permitía el lujo de tener amistades duraderas, ya que esa "inestabilidad" me lo impedía; cada año o cada nueve meses tenía una vida distinta y todo lo que eso implicaba: nuevos compañeros, profesores, nuevos modelos educativos, asignaturas parcialmente distintas,...
Cada día me levantaba con la esperanza de no escuchar la mítica frase de mis padres, "Edine, hemos escogido un nuevo colegio para ti, el cual hará de ti una mujer trabajadora en el futuro"
Y una mierda, ya estaba harta, siempre se preocupaban por las apariencias ante la sociedad londinense en vez del bienestar de su propia hija. Pocas veces había podido disfrutar de una verdadera cena familiar en el seno de nuestro hogar, ya que el constante boicot del trabajo, informes, política, gastos, noticias,... hacía que ese pequeño espacio de tiempo quedara consumido por todo ello.
A mis diecisiete años y con una relativa madurez decidí que ya era hora de cortar por lo sano y dejar que mis padres me trataran como una marioneta más, lo único que pedía era un poco de independencia y decisión sobre mi propia vida.
De las millones de veces que yo me negaba a asistir, mis súplicas eran en vano, al igual que mis ganas de ir a la escuela y ser la chica nueva, otra vez. Pero entendedme, quería huir de ello a cualquier precio.
Sin embargo, como no es de extrañar, esta misma mañana me encontré con la ansiada noticia.
—¡Edine, he dicho que bajes ahora mismo!— el grito de mi madre resonó por el hueco de la escalera y la vibración del eco llegó hasta mi habitación donde allí yacía encerrada por más de dos horas.
—¡Y yo he dicho que me dejes en paz!— a mis padres no les gustaba que alzase la voz ya que según ellos "irritaba sus mentes", pero ¿y qué mejor forma de hacerlos perder los nervios un día como hoy, que gritando?
—¡Edine!— no me cansaría nunca de ver cómo mis padres conseguían llevarme a rastras hasta ese colegio nuevo, pero hoy no dejaría que ganasen ellos ya estaba lo suficientemente mentalizada para ello y no iba a dar mi brazo a torcer.
