Capítulo 19

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Advertencia: Este capítulo contiene lenguaje fuerte y contenido explícito, se marcará su inicio y final ⚠️

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—Edine... Edine...— escuchaba voces llamándome de forma pausada, tenues como un susurro—. Vamos cariño despierta...— aquel matiz tan familiar pronunciando esas palabras me hizo sentir como en casa. Una parte de mí tenía miedo a despertar y encontrarme de nuevo de la escena del crimen de Gwen; pero la otra parte, me animaba de forma consternada a abrir los ojos y salir de mi pequeña burbuja de sueño—. Edine... Despierta mi niña— mi cuerpo se despertó lentamente, empecé a sentir mis dedos, las piernas,... Empezaba a salir de mi sueño despacio y con cuidado, sintiendo cada músculo de mi cuerpo hasta llegar a abrir los ojos.

La última vez que desperté la claridad era bastante fuerte, pero esta vez solo había una cálida luz en la mesa de noche que iluminaba la habitación. Recorrí mi mirada en abanico, nada había cambiado, las cortinas cerradas, la televisión apagada, las máquinas y sus constantes pitidos, los cables que conectaban mi cuerpo, el gotero a mi derecha, las sábanas blancas y el mismo camisón holgado de la última vez.

Sin embargo, Rick ya no estaba en aquella silla de plástico, sino que en su lugar había cómodas butacas, y sobre ellas estaban mis padres. Sin expresión alguna en sus rostros, ni alegría, ni tristeza, ni enfado,... eran expresiones neutras y completamente relajadas.

Mi madre fue la única que se levantó y fue hacia mí con paso lento y pausado cuando conseguí enfocar mi vista correctamente; ese aroma tan cargado de Chanel nº5 se coló por mis pulmones e invadió todo mi ser a medida que la distancia entre nosotras se acortaba.

—Mamá...— noté cómo mis palabras roncas salían con dificultad a través de mis labios secos y mi garganta deshidratada. Ella actuó rápido y cogió uno de los vasos que había a uno de los lados de la cama y lo fue llenando de agua, casi notaba como las gotas se pegaban a esa superficie de cristal y me hacían sufrir cada segundo.

Hasta que no sentí aquel frescor reconfortante acariciando mis labios y bajando por mi garganta, fui incapaz de hablar. Tan rápido como lo noté, desapareció; mi madre me alejó el vaso impidiendo siquiera alargar una mano para cogerlo.

Frustrada acabé tumbándome de nuevo.

—Edine, tenemos que hablar contigo— mi padre habló por primera vez, se levantó de la silla y se acercó hasta la cama con cabeza alta; sabía que nada bueno saldría de aquí—. ¿Cómo te encuentras?— su pregunta me pilló por sorpresa, la verdad es que pocas veces preguntaba cómo estaba, así que se venía algo muy gordo.

En ese momento, con mi padre a pocos metros de mí, vestido de traje, con una apariencia física que denotaba poder y frialdad bajo esos serios y perturbadores ojos azules, me sentí indefensa, hasta el punto de apartar la mirada.

—Bien... supongo— la cabeza aún me dolía después del sueño de dos días que llevaba; a la mínima agitación de mi cuerpo sentía pinchazos en las sienes y mareos incontrolables—. ¿Qué hora es?

Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora