Tras una vida llena de lujos, escenarios y perteneciendo a una de las familias más poderosas de Londres, Edine Harford descubrirá lo que hay debajo de todo aquel lustre, el peligro.
Todo comenzó con el fortuito encuentro en su nuevo instituto con el...
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—Yo no voy primero— aseguró Colin moviendo la cabeza y mirando fijamente el muro de potencia que se hallaba imponente en el centro de la pista. El cabello rubio que sobresalía del casco se agitó levemente ante el paso de una brisa fría que nos hizo tiritar a todos.
La prueba de potencia era de las más exigentes para el binomio concursante, el jinete y el caballo. Se trataba de un muro que poco a poco iba aumentando su altura según la competición avanzaba, en ciertos casos resultaba intimidante porque no veías lo que había detrás de él, y eso hacía que muchos caballos rehusaran a saltarlo.
—Ya empezamos— bufó sonoramente Robin a mi lado dejando caer la cabeza hacia atrás cansado de ver hacia dónde se dirigía la conversación.
—Vamos a ver, Owen me incomoda— se excusó enseñando las palmas de las manos—. Es de respetar y entender.
—¿Colin tenemos que tener esta conversación siempre?— dije soltando las riendas y acariciando el cuello de Cobalt con la mano.
«Esto va para largo» cavilé en mi subconsciente.
—¡Cómo se nota que tú no tienes a Owen lanzando comentarios obscenos sobre tu culo, Elliot!— respondió un Colin con poca paciencia.
—No es mi culpa que tengas un culo de infarto, guaperas— habló por primera vez el susodicho. En su cara se podía ver perfectamente reflejada esa mirada divertida y en parte irónica en aquellos ojos caoba.
—¡No estoy hablando contigo cazurro!— gritó el rubio molesto.
—¡Pero si le gusta contonearse cuando se lo están mirando, el muy provocativo!— se carcajeó esta vez Robin.
—¡¿Pero qué dices capullo arrogante?!— gritó Colin en su director con el ceño fruncido y con una evidente muestra de cabreo en su rostro.
¡Cuánto echaba de menos estas conversaciones! Os puedo jurar que se me hizo eterna la estancia en Moscú solo porque no escuchaba los comentarios salidos de tono de Owen.
Owen es dos años mayor que el resto de nosotros, metro noventa, de piel morena, cabello castaño rizado y ojos caoba; sin duda alguna era el alma fiestera de los cuatro del grupo. A los catorce confirmó su homosexualidad, un secreto que al principio solo nos confió a nosotros, pero que con el tiempo se dio a conocer; como era de esperar nadie se llevó gran sorpresa con la noticia conociendo sus atrevidas miraditas a los mozos de cuadra o a cualquiera del sexo masculino.
