Capítulo 26

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Puñetero Jet Lag

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Puñetero Jet Lag.

Habían pasado cinco días desde que llegué a Moscú y su horario había conseguido trastornar por completo todos los míos.

Por las noches me levantaba en mitad de la madrugada con un hambre que me comía viva y que solventaba llamando al servicio de habitaciones, pero luego cuando era de día, el sueño me atacaba y me quedaba dormida a distintas horas del día.

Apenas salí del hotel en esos primeros días y los aproveché deambulando de aquí para allá en busca de algo que me mantuviera ocupada en aquella gigantesca habitación. Moscú era una ciudad muy bella, al menos lo que pude ver a través de los cristales y la nevada que cubría la ciudad; los edificios oscuros, un cielo gris que tanto me recordaba a mi querida Londres, el constante ajetreo de los coches y los transeúntes por las calles,...

Brix venía de vez en cuando a verme, me contaba de los próximos avances y comunicados que realizaría en los primeros días tras incorporarme a su compañía. Hablábamos durante horas hasta que él tenía que regresar o al teatro, o a su casa, no muy lejos del hotel; pero cuando cruzaba la puerta principal y esta se cerraba a sus espaldas, el vacío volvía a instalarse en mí como un viejo amigo.

Durante esos cinco días, sola, aislada, evadida en mi propia mente y encerrada en esta burbuja de silencio pude por fin pensar con tranquilidad.

Tenía que asumir que mi vida había cambiado y que ya no me quedaba más que puertas cerradas a las que no podía aferrarme, Londres había sido mi hogar desde que nací, pero parecía como si me hubieran entregado en adopción a los brazos de otro.

Supe aceptar la muerte de Gwen, pese a las constantes pesadillas en las que me levantaba con las sábanas enroscadas en mis caderas con la piel ardiente y perlada de sudor. Los médicos me dijeron que tardaría meses en dejar de tener pesadillas, pero tal y como me despierto: alterada, sin fuerzas, teniendo una presión oprimiendo mi pecho, temblando, con miedo incluso de mi propia sombra,... lo veía muy lejos.

Ahora mismo lo único que conseguía quitarme aquel sofoco y por ende, no volver a dormir hasta que el alba asomaba entre los edificios, era coser puntas.

Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora