Capítulo 21

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Estuve ausente toda la cena, cabizbaja y con un nudo en la garganta que me enmudeció por completo

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Estuve ausente toda la cena, cabizbaja y con un nudo en la garganta que me enmudeció por completo. Debajo de la mesa me estrujaba los dedos, nerviosa, había perdido el apetito cuando me sirvieron el primer plato y eso ocasionó que la mirada interrogatoria de mi madre me obligara a coger los cubiertos.

Ni siquiera era capaz de seguir la conversación que mantenían los presentes en la kilométrica mesa, cada vez que pasaba más tiempo mi cuerpo se resistía a seguir sin los calmantes que me administraban. Me habían llenado la copa por quinta vez, pues el agua era lo único que me mantenía atada a la realidad.

—Señoras y señores invitados a esta velada, les presentamos el postre— la voz del jefe de sala se hizo por entre el barullo de las conversaciones y el choque de los cubiertos y las copas de cristal.

El postre fue lo que terminó por agotar la poca fuerza interna que me quedaba. Nuevamente me sumí en mi pequeña burbuja personal ajena a todo lo que trascendía a mi alrededor.

Había tantos invitados que incluso llegué a contar más de quinientos. No obstante, no solo me centré en contar las cabezas; sino que desde mi sitio buscaba con ímpetu a los Hunter.

Algo dentro de mí sabía que no estaban tan lejos como mi mente me hacía creer.

Revisaba cada mesa con esmero, pero parecía que no había rastro de ellos en ninguna de estas; sin embargo, no tenía otra cosa que hacer que seguir buscando.

Intentaba no darme por vencida, pero ya estaba al límite de mis ilusiones; pues en el momento exacto en el que creía que los Hunter no se encontraban en esa sala, la voz infantil de una niña gritando «Elliot» me dejó desconcertada. Miré en su dirección, una niña de cabello castaño y con un pomposo vestido rosa pastel se bajó de la silla y cruzó corriendo dando pequeños traspiés hasta la otra punta de la sala.

Inmediatamente seguí el trayecto de la pequeña y en menos de lo esperado ví emerger entre los presentes a la magnífica figura de Elliot. Se levantó rápidamente mientras que con sus hábiles dedos se abrochaba el botón de la chaqueta del traje e iba hacia la niña de cabellos castaños.

Ágilmente se agachó para cogerla y la elevó del suelo mientras la niña se carcajeaba; la pequeña se agarró a su cuello con sus bracitos y Elliot besó cariñosamente su cabeza con sus grandes brazos rodeándola.

El corazón me dió un vuelco, aquella tierna escena fue lo más bonito que había presenciado en estas últimas semanas; pues, ¿acaso los niños no son almas puras?

Seguí con la mirada sus pasos, con la niña aún encaramada en su cuello, hasta su sitio donde dejó a la pequeña en la silla. Allí él notó mi presencia y nuestras miradas se conectaron de forma inmediata.

Me regaló una sonrisa de medio lado, gesto que fue suficiente para terminar de aguantar esta cena.

Me regaló una sonrisa de medio lado, gesto que fue suficiente para terminar de aguantar esta cena

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Darkness: El Cisne Blanco © | #pgp2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora