39. Nunca debes confiar en un policía

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Al entrar Dazai junto a Chuuya en el gran hall de Palacio de Los Ladrones fueron recibidos por vítores por algunos de los colegas que habían ayudado a que el plan de Dazai tuviese éxito y por otros que, realmente, habían apostado que Dazai iba a acabar en la trena por temerario.

Pero allí estaba, junto al ex-policia del que se había enamorado, aunque no parecía feliz. Atsushi había visto muchas veces al Dazai eufórico tras un éxito, el que bailaba consigo mismo o con un palo de escoba para celebrarlo, pero a través de la máscara podía ver el cansancio de su rostro, que era incrementado por sus maltrechas ropas.

Chuuya, por otro lado, observaba todo con mucha curiosidad y cierto temor. Sin duda no se le pasaba que los ladrones que le saludaban con cordialidad falsa, estaban recelosos de él. En segundos se apretó contra Dazai, de forma inconsciente, buscando a la única persona con la que podía contar.

Atsushi sintió pena por él y se levantó de la butaca junto a un Ranpo que había abierto sus enormes ojos verdes para contemplar la llegada de los dos prófugos, y se dispuso a acercarse a Chuuya para darle una bienvenida en verdad sincera.

—No —le pidió Ranpo. Atsushi se detuvo y le miró extrañado, este le hizo una seña y Atsushi siguió la dirección que le indicaba. Comprendió. Yosano, la reina de los ladrones, avanzaba con su andar coqueto hacia Dazai y Chuuya.

—¡Bienvenido, Chuuya Nakahara! —le saludó ella—, este es reino de los ladrones, yo soy su reina. Aquí no solo es el hogar de los que amamos apropiarnos de los bienes ajenos sino si que ofrecemos refugio a los que son perseguidos por nuestro enemigo natural.

Yosano hizo una pausa, mientras se sujetaba la barbilla con los dedos índice y pulgar de la mano derecha. Era evidente que esperaba que Chuuya replicase y, a pesar de estar impresionado por el lugar, lo hizo:

—¿Hablas de la policía? —preguntó con cierto malhumor en su voz.

Se escucharon susurros entre todos los ladrones y algún voceo negativo.

Los ojos enormes de Chuuya buscaron entre los allí reunidos si alguien le tenía algo de simpatía.

—Son los enemigos naturales de los ladrones, los dos bandos, policías y ladrones —le respondió Yosano con una risita complaciente.

—Yo sigo siendo un policía —declaró con contundencia Chuuya y eso provocó que los murmullos entre todos crecieran.

—Un policía suspendido del servicio por ser el amante y sospechoso colaborador de un célebre ladrón con el que se ha fugado en una huía espectacular que ha sido transmitida en directo en las noticias.

Las palabras crueles de la reina provocaron que el rostro de Chuuya se agriara y chasqueó los dientes. Los ladrones se rieron con ganas al verle así.

—En esta situación somos más propensos nosotros a acogerte que los que tu aún consideras tus compañeros, quienes desde luego no dudarán en mandarte a la cárcel, querido detective.

La cara de Chuuya era un poema. Levantó la mirada hacia el techo y se le notaba lo que se estaba conteniendo para no poner a gritar de rabia.

Justo en ese momento intervino por primera vez Dazai poniendo una mano sobre el brazo de Chuuya como recordándole que no estaba solo, que él le apoyaba. Chuuya giró la cabeza y suspiró con cansancio mientras asentía como concediéndole el derecho a representarle.

—Reina Yosano —habló Dazai con cortesía para enseguida hacer una profunda reverencia—, le ruego que acepte a Chuuya Nakahara en calidad de refugiado.

—¿Qué! —exclamó Chuuya todo contrariado —¿Yo, qué?

Dazai se incorporó y le puso una mano enguantada en la boca para que callase y Chuuya se intentó zafar, pero entonces Dazai le susurró algo la oído y este se tranquilizó, mientras asentía levemente con la cabeza.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora