El Perdón era el título de la conferencia que realizó el detective Akutagawa en la facultad de derecho, a la cual asistió el alumno de Bellas Artes, Atsushi Nakajima, donde este quedó tan fascinado por el ponente, que se obsesionó en conocerle más a través de cualquier medio escrito o visual. En ese proceso se enamoró.
Lo que sigue es ya conocido.
Pero volvamos a esa conferencia, no a repetirla, sería aburrido si uno no es un fanboy de Akutagawa, como el propio Atsushi o Chuuya; sino centrémonos en lo que el detective explicó a aquellos veinteañeros, que en su mayoría se habían presentado por los dos créditos fáciles de conseguir para el cómputo de los estudios, solo con la asistencia y un resumen; el cual la estudiante de derecho Kyouka, fue la única que lo supo plasmar bien.
Sí, Kyouka, la amiga de Atsushi y ex compañera de piso, supo entender que lo que Akutagawa les quiso mostrar era que, para él, el Perdón era el principal motivo de cualquier criminal.
No es la venganza, no es la fama, es el Perdón hacia uno mismo.
En cada caso nuevo, evalúa las pruebas buscando qué trauma del pasado o condición inestable presente motiva al criminal a actuar así.
Esa comprensión consigue aumentar la probabilidad de acertar cual va a ser el siguiente paso, al estudiar las reacciones pasadas, en busca de ese perdón, para saber qué patrón sigue.
En todos sus casos eran causas ajenas a él, hasta el último, el actual.
Averiguó que el alma master de la banda era Dazai; quien, tal vez no era el mejor estratega ni el más inteligente, pero sí quién le dejaba esos poemas.
Akutagawa quiso saber el origen de todos sus hurtos cuando era adolescente. Se encontró con un panorama donde él era el único hijo varón, un padre alienado en sus negocios y una madre más pendiente en sus hijas que en él. Así, que quiso llamar la atención, y aún sabiendo que no estaba bien, empezó a robar. La culpa y el remordimiento de las regañinas de sus padres, le satisfacían en tal grado que se negaba a pedir perdón ni a sus compañeros, ni a sus vecinos, ni a sus progenitores.
Su padre murió sin que su hijo le pidiera perdón por avergonzar el nombre de su familia con sus delitos y, llevado por esa culpa, decidió cambiar su apellido.
El recuerdo de los ojos defraudados de su padre le perseguía. Su consciencia se sintió aligerada cuando encontró en Hirotsu una figura paternal. Si él había sido un hijo indigno para su familia, para Hirotsu sería un buen hijo: se convertía en un ladrón del que él se enorgullecería.
Ese sueño, le había sido arrebatado por Akutagawa, al detener a su maestro, al humillarle con sus declaraciones burlándose de sus fechorías.
El oponerse a darle la libertad por su enfermedad fue el origen de la asimilación para Dazai que si obligaba a Akutagawa a reconocer su error y pedir perdón, él sería perdonado.
El conocer los motivos de tu enemigo da confianza.
Por eso, Akutagawa nos mira ahora a todos sin miedo. Está en mitad de la estancia donde Chuuya fue recibido con hostilidad por los ladrones, sin pestañear, con el rostro inmutable. Para él, casi todos los presentes son piezas sin valor. Espera que Dazai se presente.
—O yo misma.
Ante las palabras de la reina Yosano, Ranpo dejó de exponer sus reflexiones a su novio Poe, quién había acudido al Palacio de los Ladrones, tras lloriquear Ranpo que se aburría porque aquella espera hasta que empezase la acción del gran golpe, se le hacía eterna y deseaba distraerse con esos dulces que solo su Edgar podía ofrecerle.
Tan insistente fue que la propia reina Yosano pidió que trajeran a Poe. No solo fue por hacerle feliz, sino por acallar las quejas calladas de sus súbditos porque Ranpo les sometiese a juegos de ingenio que sabían iban a perder.
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Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.
FanfictionEl detective Chuuya Nakahara vuelve a su ciudad natal Yokohama con la confianza plena de atrapar a la banda de ladrones de guante blanco que juegan al rato y al gato con el famoso detective Akutagawa. Quizá él mismo sea la joya más tentadora de ser...