Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.

15. El jefe de la banda y el mejor detective

Dedicado a -Cirloty_ con mucho cariño.

Atsushi se sentía flotando como en una nube, se veía rodeado de corazones rosas, parecía que el sol brillaba con más intensidad ese día y que los pájaros entonaban sus cantos solo para él.  Todos esos clichés que solían estar presentes en los mangas shojo, que él naturalmente no había leído pero si había ojeado alguna vez los de su amiga Kyouka por simple curiosidad, se cumplían al cien por ciento tras haber no solo conocido al gran detective Akutagawa, sino que además había estado en sus brazos, se habían besado y habían intercambiado sus números de teléfono con la promesa de volverse a ver, pronto muy pronto.

El joven albino lanzó un grito de alegría nerviosa mientras volvía a dar otra vuelta sobre sí mismo en su cama sin soltar la almohada que agarraba con fuerza para intentar contener su entusiasmo.

Y todo se lo debía al dibujo de Dazai. Sino hubiera ido a la comisaría ese día quizá nunca hubiese tenido la oportunidad de conocer a persona a Akutagawa, no, a Ryunosuke, como le había pedido que le llamase el detective al despedirse.

Atsushi empezó a golpear con los pies el colchón con nerviosismo al recordar su emoción cuando Ryunosuke le había invitado a un té.

¡Había estado en su despacho! Allí donde estudiaba las notas de sus casos, allí donde cotejaba sus pruebas. El mítico despacho donde alguna que otra vez había sido entrevistado y del que Atsushi había intentado descubrir cada detalle en una fotografía en blanco y negro en un periódico de hacía unos meses. Y él había estado allí. En ese lugar sagrado.

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Mientras Ryunosuke ponía a calentar el agua en el hervidor sobre la pequeña mesa auxiliar del rincón, los ojos de Atsushi intentaban memorizar cada detalle. Desde las rayas del tablero de la mesa, hasta de qué marca eran los rotuladores sobre los folios cuadriculados.

Estaba todo en mucho orden, como si recién alguien se hubiese encargado de ordenarlo todo, porque los archivadores, las carpetas en la estantería en la pared de enfrente estaban todos de pie y sin huecos. Pero lo que hizo latir su corazón fue su propio retrato robot junto con los dos de su dos socios enmarcados con portarretratos protegidos con cristal, los tres situados en un lugar privilegiado encima de la estantería.

—¿Lo quieres con azúcar? —la voz de Ryunosuke lo sacó de su ensimismamiento y con cierto nerviosismo, por saber lo importante que ellos tres eran para ocupar un puesto tan destacado en el lugar de trabajo del mejor detective de Japón, asintió con la cabeza:

—Sí, por favor.

—¿Uno o dos terrones?

—Cuatro —pidió no sin cierta timidez.

Las pupilas de Ryunosuke se dilataron por la sorpresa.

—¿Te gustan las cosas dulces? Como a mí.

¿Se lo parecía a Atsushi o al decir aquello último se le había quedado mirando con fijeza como si él también fuese algo muy dulce.

Notó mucho calor en las mejillas y deseó que no se hubiese sonrojado.

Ryunosuke sonrió muy divertido, sin duda por la reacción de Atsushi, y le colocó una taza de té verde presentada en una taza de delicada porcelana.

—Es un regalo de un cliente agradecido — Ryunosuke debió haber notado como Atsushi parecía sorprendido porque usase aquella vajilla.

—¡¡¡ Es que ser atendido por el mejor detective del país es un gran honor !!!