17. El caso Shirase

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Cuando llegó al restaurante Araiya su prima ya le estaba esperando.

Nada más acceder, tras apartar la cortinilla de la entrada, descubrió a Kouyou preciosa como siempre, con su maquillaje ligero que le daba ese toque sofisticado pero natural. El cabello recogido con un aplique de plata en forma de rosa. Llevaba un vestido fucsia con un coqueto bordado alrededor del escote en forma de uve. La única joya era el colgante formando un corazón que había pertenecido a la abuela de ambos.

Ella le vio y le saludó feliz con la mano.

Chuuya acudió a su mesa y se dieron un par de besos mientras uno al otro se alagaban lo bien arreglados que iban.

Lo cierto es que Chuuya había estrenado pantalón gris, camisa azul y cazadora negra para cenar con su prima. Sus ganas de ir coqueto, de verse bien habían vuelto de pronto. Y él intuía el motivo.

Otro sentimiento que le sorprendió fue que no se viese engullido por la melancolía que el volver aquel restaurante, tras la muerte de su padre, pudiera provocarle y es que de pronto todo se veía bajo otra luz, cálida y tranquilizadora.

No había cambiado en nada la disposición de las diez mesas bajas, ni las luces en el techo, ni los carteles de los festivales antiguos de verano y el olor seguía siendo el mismo: una mezcla entre carne asada, guiso de arroz y pescado frito.

Al abrir la carta plastificada con fotos de los platos, vio que seguía sirviendo lo mismo, así que pediría como siempre, ese delicioso guiso de arroz con marisco.

Kouyou pidió ternera asada con verduras.

Ambos estuvieron de acuerdo en acompañar la cena con vino tinto.

Chuuya podía notar que su prima le miraba con mucha atención toda llena de curiosidad.

Nada más tomar el camarero la comanda, Kouyou señaló expectante:

—Te veo diferente, muy diferente.

—¿Diferente? –claro que él se sentía distinto pero no pensaba que fuera tan evidente para los demás.

—Esta mañana tus ojos solo mostraban la tristeza y la angustia de quien se siente perdido, pero esta noche tu mirada irradia fuerza, alegría y esperanza.

Chuuya notó como el calor prendía sus mejillas. Era una reacción que no podía evitar cuando se sentía excitado por algún hecho.

Kouyou soltó una exclamación ahogada de asombro, soltó una risita luego y en un susurro, como si fueran a compartir un secreto, quiso saber:

—¿Has conocido a alguien?

¿Cómo podía Kouyou haberlo adivinado? La reacción de él dio la respuesta a su prima quien dio unas palmaditas toda animada.

—¡Eso es un sí! ¿Dónde? ¿Cómo es? Cuenta, cuenta...

La oportunidad de compartir lo que le picaba su corazoncito desde hacía un par de horas se le acababa de presentar más rápido de lo que esperaba.

Kouyou le había servido de consejera, apoyo y pañuelo a veces de lágrimas, en sus intentos de encontrar a ese alguien que todos buscamos en su adolescencia. Cierto que él también había intentado ser lo mismo para ella, pero Kouyou tenía esa serenidad y ese pragmatismo dando consejos que él no podía ofrecerle pues todas sus respuestas hacia ella siempre habían estado impregnadas de la pasión que le nacía en su interior.

Chuuya recolocó sus piernas cruzadas y con una timidez recobrada le confesó:

—Sí, he conocido a alguien esta tarde.

Ahora me ves, ahora no me ves. BSD. Soukoku , Shinsoukoku. OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora