capítulo 1, infiltrado molesto

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- ¡Esto es inaceptable! - refunfuñó el pelirrojo mientras estampaba los papeles en el escritorio de mal humor, la misión que le estaba presentando el viajero era casi una sentencia de muerte - Me niego a tener que lidiar con él, incluso aun cuando estuviera dispuesto a hacerlo, ¿Conoces los rumores? Nadie ha durado a su lado más de un mes, esta misión es de tres meses, ¿Qué se supone que haga si decide sacarme? - gruñó de enfadado, mirando al viajero a los ojos.

- Sé que te estoy pidiendo encargarte de uno de los heraldos más difíciles, pero la información que puede brindar es esencial para evitar que la Diosa cryo se apodere del resto de gnosis - dijo suplicante mientras recogía los papeles, dando un suspiro cuando el contrario salió de la habitación - Lo prometo, haré todo lo posible para ayudarte y que tú estadía no sea tan mala, lo sabes, ninguno de los que están dispuestos a ir a esta misión se encuentran tan calificados para encargarse de esto como tú, además, necesito saber dónde escondió la gnosis electro, saber a dónde se la llevo luego de que Yae Miko se la diera - rogo por su ayuda, mientras le seguía por los pasillos de la casa, notando el estrés que había generado en Diluc.

El pelirrojo se detuvo, evaluando la situación, quería destruir de una vez por todas la organización Fatui, frustrar los planes de la Diosa de la nación gélida parecía la forma más optima de hacerlo, además se sentía en deuda con el viajero por ayudarlo a proteger Mondstadt.

- Quiero hasta el mínimo dato sea o no de importancia que puedan encontrar de Scaramouche - fue lo único que dijo antes de irse, debía prepararse mentalmente para asumir la responsabilidad que llevaría encima los próximos meses.

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Luego de esa conservación las siguientes semanas de entrenamiento se fueron volando, como nuevo recluta para poder destacar debía tener un rendimiento superior al del mejor soldado Fatui que dispusiera la organización en ese momento, incluso si era posible sus habilidades debían rivalizar a las de un heraldo. Si algo salía mal, si era descubierto o el plan fracasaba debía depender de que su fuerza pudiera sacarlo con vida de cualquier situación que se presentase. No es que fuera difícil, paso largos años de su vida cazando y enfrentado el solo a decenas de escuadrones pertenecientes a la Zarina, había tenido que luchar con sus hombres más fuertes para poder sobrevivir, incluido con algunos heraldos de bajo rango y el abismo mismo.

Para Diluc no fue realmente un desafío entrenar su fuerza física, su heraldo asignado al ser poseedor de un catalizador no contaba con una fuerza bruta impresionante, en una batalla cuerpo a cuerpo podría ganarle con suma facilidad si se permitía ser egocéntrico por un momento, pero igualar su agilidad y sentidos tan agudos fue un martirio, siempre se enorgullecía de ser mejor que el promedio en cada aspecto de todo Mondstadt, incluso mejor que el promedio en los ejércitos de todas las naciones vecinas, pero rivalizar con las habilidades del heraldo fue una tarea tediosa, una marioneta creada por los Dioses que apenas poseía límites en su desbordante poder era difícil de igualar, incluso al viajero le costó poder escapar de él luego de que aquella niebla lo envolviera, no podía permitirse caer en ese mismo error.

Fue entrenado para ser capaz de aguantar la respiración y soportar el dolor por sus años como caballero, las clases de actuación y repaso de etiqueta fueron solo un refuerzo de aquellas habilidades que ya había aprendido como noble de la nación del viento, pero recibir instrucciones sobre como ser una mascota capaz de entretener a su amo lo tomo por sorpresa. Volver a aprender a cómo manejar a la mujer más histérica de toda la nación del viento sin el uso de su dominante presencia y como mantener feliz al hombre más arrogante en el reino de Barbatos por medio de hipócritas actuaciones, que juro haber dejado atrás luego de la muerte de su padre, sacudió sus cimientos. El recuerdo de sus días como caballero lo golpearon de nuevo, cuando todavía tenía una reputación que mantener, cuando todavía le importaba actuar con prudencia por más de que alguien lo desesperara con tal de no decepcionar a su progenitor, pero esos tiempos ya se habían quedado atrás, por ahora no podía desviar su atención de su tarea de convertirse en el sirviente perfecto, uno que el heraldo de Inazuma, el número 6 de los once Heraldos de Fatui no fuera capaz de rechazar.

permítame servile - Diluc / ScaramoucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora