33

692 93 11
                                    

Un nuevo día, y para no perder la costumbre me levanto contentísima. Preparo mi vestido negro para esta noche, lo plancho y coloco los zapatos de tacón alto junto a la silla. Corro escaleras abajo, el eco de las risas de mis padres resuenan en la cocina; espero detrás de la puerta a ver qué se cuece. Ya sé que es una mala costumbre, pero qué le voy a hacer, no lo puedo evitar. Él se acerca a ella y la besa en el cuello provocando su risa.

—¿Qué ocurre? –pregunta James muy bajito a mi espalda.

—¡¡Shhhh!! –Le digo mientras continúo espiando, ahora él me acompaña.

Per què no desapareixem una estoneta?

Mi madre se resiste, retira las manos de mi padre de su cintura y continúa preparando el desayuno.

—Vamos, Juan, estate quieto.

Però, què vols que faci? Si et desitjo com el primer dia!

—Zalamero...

La mare que et va a parir, gitana, encara em tornes boig!

Decido interrumpir su momento, me da a mí que ahora mi padre no va a "pillar cacho". Irrumpo en la cocina soltando un estridente "¡Buuuu!", y se vuelven automáticamente en mi dirección.

—¡Qué susto me has dado niña! –exclama mi madre sin dejar de reír.

Beso a mis padres, James no se atreve a entrar todavía, lo hace poco después con el rostro encendido. Estas muestras de afecto le trastornan, y más viniendo de mis padres, sin embargo, a mí me encanta que sean así y que todavía se quieran tanto, no debería haber edad para eso.

Pasamos una tarde tranquila jugando a cartas o al ajedrez. Mi madre no deja de mirar el reloj, y nos sorprende a todos cuando a las cinco en punto de la tarde, irrumpe en el salón con una tetera humeante y cuatro tazas.

—¿Qué es esto?

—Ya sabes cómo es tu madre, ha decidido establecer en casa la hora del té.

—¿Qué te parece, James? ¿Te apetece una tacita?

—¡Por supuesto! –exclama complacido.

Al final, todos nos animamos. Yo me decanto por el té de frutas del bosque, caliente entra muy bien, y lo acompaño con una de esas galletas rancias que ahora mamá se empeña en comprar para complacer a mi jefe; aunque desconozca este último detalle. Cuando terminamos de tomar el té y echarnos unas risas jugando a poner el dedo meñique en alto mientras conducimos la taza a nuestra boca con sofisticación, acudo a la cocina para ayudar a mamá con los preparativos para la cena.

Saca un montón de cosas de la nevera, e ilusionadas por tener nuestro momentito a solas, nos ponemos manos a la obra. Hablamos de todo, le cuento cosas acerca de mis amigos y mis últimas travesuras, lo que provoca que ella ría sin parar. En cuanto pregunta sobre los chicos, hago una mueca. Enseguida capta que es algo de lo que no quiero hablar.

—¿Qué me dices de James?

—¡Mamá! James es solo un amigo.

—¿Segura, cariño? La forma en la que te mira no es la de un amigo.

Me pongo roja; se ha dado cuenta y a ella no le puedo ocultar nada, aun así, lo intento.

—Segura. Es solo un amigo.

Me mira extrañada, ha captado mi decepción.

—¿Qué te frena, cariño? Es un chico guapo, atento, educado... Encima ha venido aquí y no ha salido huyendo tras conocer a tu padre. ¿Qué te lo impide?

Fuego VS HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora