Cuando depositó el documento en la mesa, ella no evitó estirar su cuello para ver si podía llegar a leer algo, pero él la detuvo. Si había algo que pudiera generarle más incertidumbre y ansiedad, era ver cómo las cosas se dilatan cuando solo debía entregarle la carpeta y permitirle leer. ¡¿Acaso era la única que sentía que tardaba una eternidad en decirle de una buena vez de qué iba ese acuerdo?!
—¡Hombre, ya! —Se detuvo para apoyar sus codos en el escritorio y proceder a dejar descansar su mentón entre sus manos entrelazadas.
—Veo que está ansiosa por saber qué pretendo de su cuerpo, pero sea paciente, porque de firmar, la paciencia será su mejor compañera.
—Eso es lo que no tengo —confesó frustrada y desafiante.
Él volvió su atención a los papeles y dijo algo que la dejó sin aliento.
—Bueno, deberá aprender a serlo, porque puede pasar largo rato atada sin que la toque.
Sorprendida, abrió grande sus ojos. ¿Atada? Nada más excitante como inmovilizarle alguna parte del cuerpo a la hora de darle rienda suelta a la pasión.
—¿Atada? —indagó para saber un poco más. Eso ya le gustaba.
—Señorita Evans, ¿ha escuchado hablar del bondage?
Abril se comió la trilogía de 50 Sombra de Grey de E.L. James infinidad de veces, sin mencionar que en su haber literario de género erótico tenía más de medio centenar de libros leídos, por lo que más o menos podía saber de qué se trataba.
Ella consideraba que la mayoría de las obras que había leído mostraban las fantasías de miles de mujeres que con el tiempo empezaron a tomar voz y a expresarse sin tabúes a la hora de decidir qué era lo que deseaban al momento del sexo, y por ello en más de una vez tenía esas discusiones con Mauro. Él era más de lo tradicional en la intimidad. Una vez, en posición de perrito, le pidió que le diera por detrás, pero él no acató, no porque no le gustase la pose, sino porque consideraba que esa zona no había sido creada para ser penetrada. En fin, cosas que pasan en una pareja. ¿Sería por eso que Santino le despertaba la curiosidad y el deseo de ir más allá en el sexo de lo que conocía?
— Como sabrás, esta práctica sexual consiste en inmovilizar físicamente a una persona, ya sea una parte de su cuerpo o todo. El placer se encuentra en la dominación de una y la entrega de otra, en la relación asimétrica de poder entre amo y sumisa, en nuestro caso. La persona atada se encuentra a plena disposición de quien domina en ese acto y a diferencia del sadomasoquismo, no utiliza el dolor como fuente de placer. —Abril se quedó con la boca abierta y escuchó seducida la explicación por su parte—. Sin embargo, lo que yo te ofrezco es ir más allá. —Ella hizo un gesto de curiosidad y lo invitó a continuar la explicación—. Soy un hombre que gusta experimentar los límites del dolor y el placer combinando el bondage. El saberme amo y dueño del cuerpo de una mujer me hace sentirme imponente y poderoso. Saber que puedo darles lo que desean, cumplir sus fantasías, llevarlas a experimentar y sobrepasar el límite del placer es algo que me mueve y me motiva. Puedo ser sádico como Cristian Grey si así lo prefiere y abierto como Eric Zimmerman. Me gusta hacer y mirar. —Esto último llamó su atención. ¿Mirar? ¿A qué se refería con eso de mirar?
—¿Qué quiere decir con eso de mirar?, porque no logro comprenderlo.
Como si se tratara de un caso que le comentaba, comenzó a explicarle a qué se refería.
—Observar cómo otros poseen tu cuerpo bajo mis órdenes. —Cuando le habló tan directo, como si ya hubiera aceptado y firmado el acuerdo, le generó una corriente en todo su cuerpo que no pudo disimular. Él se sintió victorioso al poder observarla. No se detuvo—. Pretendo atarte y dejar que otros hombres te
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© Poséeme:Éxtasis 1 | DISPONIBLE EN FORMATO FÍSICO POR AMAZON|
RomanceSantino Rivas, es un exitoso abogado de 35 años que no ha perdido un sólo caso en toda su carrera. Se caracteriza por ser un hombre vanidoso, frívolo, narcisista, y por sobre todo alexitimico, es decir, que es una persona incapaz de sentir cualquier...