CAPÍTULO 25

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El reloj de pared marcaba las 4: 00 a.m. cuando Abril regresó al departamento.

Pensó que su hermana y amiga estaban durmiendo, pero sin embargo el sonido de unas risas que conocía a la perfección la hicieron regresar al pasado.

Catalina, una vez más, se encontraba mirando videos de sus padres en su habitación.

—A mamá siempre le gustó cantar. Solo que creía que no era lo suficientemente talentosa como para luchar por sus sueños. —Mencionó de pie en el marco de la puerta —. ¿Te puedo acompañar? —Asintió con lágrimas en sus ojos, mientras le prestaba una almohada para que se recueste con ella.

Durante varios minutos estuvieron abrazadas, mirando cómo esos recuerdos se reproducían delante de sus ojos las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas.

Cuando en la imagen aparece Catalina, con 10 años, bailando una canción de Tini, no puede evitar llorar desconsoladamente.

Fue entonces que Abril decidió apagar la tele y encender la luz.

—¿Por qué nos tuvo que pasar esto?

Era difícil para las dos, poder comprender cómo alguien podría despreciar la vida de otro ser humano como para conducir alcoholizado.

—No lo sé. —Le respondió afligida.

—Como quisiera regresar el tiempo atrás y no haber echo algún berrinche para salir esa mañana. A veces pienso que es mi culpa que estén muertos.

El día del accidente, ella estaba entusiasmada porque iría a comprar las prendas para poder empezar en la academia de baile. Pero no tenían que salir en la mañana, sino en la tarde, pero se encaprichó y a sus padres no le quedaron más que consentirla.

—No vuelvas a decir eso ¿Entendiste? —Amenaza con lágrimas en sus ojos. —No fue tu culpa, solo la de ese infeliz que condujo borracho. Sos una inocente más de su negligencia y desprecio.

—Por mi culpa vos tuviste que dejar tu carrera. Por mí culpa perdimos la casa. Al final, por lo que murieron, es por lo que terminé por condenarme a esta silla de ruedas. Soñar mata a las personas que amo. Por eso...

Su hermana mayor la interrumpió. ¿Cómo podía pensar eso?

Ambas lloraban sin consuelo.

Abril desconocía que su hermana se sintiera de esa forma por lo que con más razón debía hacer lo que sea por devolverle la esperanza de poder cumplir sus sueños.

— No digas esas cosas. Soñar no lastima. Soñar te salva la vida y te juro por mamá y papá, que vos vas a poder volver a caminar. Te vas a operar y vas a ser la bailarina más hermosa de todas.

—¿Me lo prometes? —Pregunta entre espasmos del llanto.

—Si. —Afirma mirándola fijo y la abrazó con fuerza. —Vamos a salir de todo esto y seremos muy felices. Me convertiré en la mejor abogada en el campo, vos en la mejor bailarina y viajarás por todo el mundo mostrándoles a todos tu gran talento. —La niña sonríe y se aferra con fuerza a su cuerpo.

—Que bueno que tengo una hermana como vos.

Abril acaricia su cabeza y la besa mientras le pide que cierre sus ojos y trate de encontrar el sueño.

Cathy le suplica que no la deje sola esta noche y es entonces que ambas, siendo las 5:00 a.m. es que logran conciliar el sueño.

Ni bien el reloj marcó las 12:05 p.m. se despertó y con cuidado salió de la cama para ir hasta la cocina donde se encontró con Mauro y Erika hablando.

—¿Mauro?

—Hola, amor. —Se pone de pie y la sujeta por la cintura para besarla.

—¿Qué haces acá? —Indagó confundida. Hasta donde sabía, no habían quedado en nada para ese día.

—¿Te molesta que venga?

La manera en la que ella le había hablado, lo extrañó. Últimamente muchas de sus actitudes lo dejaban pensativo.

Sus besos se habían vuelto fríos y vacíos, los mensajes de Whatsapp comenzaron a faltar, generalmente siempre tenía algo que hacer cada vez que la llamaba y le proponía salir y en la cita que tuvieron la notó distante y fingida. Él sabía por demás que muchas veces ella se quedaba con ganas de verlo más suelto en el sexo y no quería pensar en la posibilidad de que lo estuviera engañando.

—No, Mauro ¿Qué decís? —Habla Erika al notar el clima tenso que se volvió de un momento a otro.

—Por favor, no te metas y dejános solos.

Si bien Erika no se movió del lugar, bastó con que Abril le hiciera gestos con la mirada para que ella acatara lo que le pedía.

—Quiero que me digas ¿Qué es lo que está pasando con nosotros? —Exigió tan pronto se quedaron solos.

—Nada.

—¿Nada? ¿Crees que no me di cuenta que la última noche que estuvimos juntos si quiera físicamente estabas conmigo? —Preguntó con la voz quebrada.

—No es así, Mauro.

¿Qué podía justificar? Cada día que pasaba con Santino, se daba cuenta que a su novio solo podía quererlo, pero no del mismo modo.

—Mira, quiero que seas sincera con vos misma antes que conmigo. ¿Estás con alguien? —Pregunta sin tantas vueltas y el silencio de ella le da esa respuesta que no quería escuchar. —Estas con alguien. —Afirmó mirando hacia otro lado y conteniendo las lágrimas.

—No, no es eso. —Dijo tan pronto se dio cuenta que iba a llorar. —Solo que...

—Basta. Si no es para decir la verdad, aunque me duela, no digas nada.

—Yo te quiero.

—Pero no me amas y eso lo pude notar y no quiero obligarte a estar conmigo si no sentís nada por mí.

—Necesito tiempo, Mauro. Todo esto que estoy viviendo me supera.

—No pongas a Cathy como escusa. Si te enamoraste de alguien más, tené el valor para admitirlo.

Y eso era.

Abril estaba enamorada hasta los huesos de Santino, pero no podía decirle eso a su, ahora ex novio. No podía seguir pisoteando los pedazos de su corazón roto.

Se quedó callada, como la cobarde que era en ciertos momentos y dejó que se fuera de la casa haciéndola sentir la peor basura en la Tierra, pero la felicidad y los sueños de su hermana era más importante. Incluso más que los suyos y su felicidad.

—Amiga. —Apareció Erika luego de que Mauro se retirara.

—No me digas nada, solo abrázame por favor.

Y así fue.

No importa cuánto tenga que sacrificarse, por su hermana es capaz de hacer lo que sea si es por verla feliz.

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