CAPÍTULO 35

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Cada vez Abril ingresaba en algún lugar los presentes se ponían a cuchichear, y eso la hacía sentir avergonzada. Sabía que para muchos ella era una cualquiera que siquiera sabía quién era el padre del supuesto niño que llevaba en su vientre. Un embarazo que no existió, pero que le sirvió en ese momento para separarlos. Su cabeza era una ensalada de cosas y aunque quería saber si Gastón, en efecto tuvo que ver con ese video, no tenía cabeza para pensarlo y no dejaba de recibir mensaje tras mensaje.


Gastón 8:30 a.m.

Hola, belleza.

Tengo el pase de platino para la fiesta

que se hará en el The Clímax.


Gastón 8:31 a.m.

Sé que estarás ansiosa de ver cómo el infeliz

de Santino se muere de ganas por tenerte.



La ira le corría por las venas ¿Cómo podía ser tan hipócrita de seguir creyendo que volvería a estar con él después de todo el desastre? Estaba loco y no se equivocaba.

Gastón se confiaba de Clara, al decirle que Abril sostenía que Santino era el culpable de que se filtrara el video a los medios y todo porque escuchó la discusión que tuvieron en la oficina la última vez que estuvo allí.

Seguía insistiendo porque pese a que ella le sirvió para alcanzar lo que deseaba lo cierto es que se obsesionó y deseaba volver a tenerla a sus pies y sabía cómo conseguir que lo haga.

Él había conseguido llegar a las altas esferas del The Clímax y esa misma mañana le había llegado una notificación para la fiesta de iniciación de los nuevos miembros.

Lo cierto es que no existía ninguna fiesta y que todo era un plan de Santino para exponerlo ante todos los miembros de todos los niveles. Después de todo, dejó al descubierto a varios integrantes y no precisamente de membresía de platino.


.

Gastón 8:33 a.m.

Quiero que seas mi invitada para la fiesta de iniciación.

Decime que sí, y te prometo ayudarte a hundir a Rivas.

Después de todo, jugó con tus sentimientos y me enteré

que va a defender al asesino de tus padres.



Ella no se puso a pensar en que esa información la supo antes por Clara que, jamás se le hubiera ocurrido hacer que Rivas estuviera al frente del caso del asesino de los padres de Abril. Todo le venía como anillo al dedo.

No quería volver a hacerlo, tampoco deseaba volver a ver a Santino por lo que pasó por alto esa invitación.


Ni bien llegó a una plaza, decidió sentarse en uno de los bancos a mirar cómo los niños jugaban. Se sentía frustrada. Habían pasado tres días desde aquel incidente, donde todo explotó. Nadie quería darle trabajo, su hermana no quería hablar con ella y Gastón estaba tras de ella sin dejarla respirar.

De un momento a otro, le sonó el celular, de nuevo.

—¡Ay, Dios! —se quejó al mirar el aparato—. ¡¿No vas a dejarme en paz nunca más?! —gritó con frustración al teléfono y volvió a dejarlo dentro de su cartera, pero por media hora no dejó de sonar con insistencia.

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