CAPÍTULO 33

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Santino se había levantado y al ver que ella se había marchado dejándole una nota en la que decía:

No quiero que me vuelvas a buscar. Si de verdad tenés sentimientos hacia mí, respetá mi decisión.

Claramente no lo iba a hacer.

No sabía cómo luchar, pero seguiría intentando hasta que vuelva a tenerla entre sus brazos tal y cómo la tuvo la noche anterior.

Esa mañana, al ingresar al estudio, no había persona que no se volteara a verlo. La mayoría pensaba que era homosexual, pero al descubrir su vida y saber en qué consistían sus relaciones íntimas con las mujeres lo posicionaron como el sex symbol del año. No obstante, muchos otros no lo bajaban de mala persona y traidor, y aunque él no se molestó en saber el porqué, pronto Abril le dejaría en claro la basura que era para ella.

Sabía que debía ponerse al corriente con el caso de Santos puesto que el único que estaba haciendo su trabajo era Andrés. Él no había logrado encontrar concentración para hacerlo, pero buscaría la forma de hallar el método para liberarlo de sus responsabilidades. Hacerlo no sería fácil, pero había aceptado el desafío, y no le quedaba más que dar lo mejor en lo que sabía, su trabajo.

Concentrado en su lectura empieza a notar que los detalles de la causa le resultaban demasiado familiar ¿Y cómo no sucederle eso? Abril le había contado cómo se dio el accidente de sus padres y su hermana. De todos modos, no todavía no tenía la claridad en su mente como para darse cuenta que se trataba de la familia de ella.

—Una pareja muerta y su hija en silla de ruedas —Hace una pausa para pensar con detenimiento. —¿Por qué me suena a que esta situación ya me la contaron? —Habla solo.

Decidido, comienza a mirar las imágenes del accidente y de pronto da con una fotografía de una niña que le resultaba familiar.

Siguió leyendo y observando las fotos.

De pronto lee el nombre de las víctimas y no puede encontrar tanta coincidencia.

—Catalina Evans ¿Evans? ¡Abril! —Entonces todo se aclara el tipo que iba a defender se trataba del asesino de los padres de ella.

¿Podía tener tanta mala suerte?

En ese momento Andrés entra a su oficina y con determinación deja caer el expediente sobre la mesa.

—Yo no puedo hacer esto. —Él no podía comprender lo que estaba pasando y no sabía que hacer.

Su mente quedó en blanco.

Para Andrés no fue difícil descubrir de quién se trataba por lo que su decisión fue determinante. Abandonar el caso; aunque le cueste su lugar en ese bufete. Jamás defendería al hombre que arruinó la vida de su amiga.


Cuando Abril ingresó al edificio, los guardias de seguridad la saludaron, pero ella no les prestó atención y continuó su caminata hasta el ascensor para llegar a la oficina de Santino Rivas. Estaba furiosa, avergonzada, humillada y sobre todo herida. No esperó a que la anunciaran y ni siquiera tocó la puerta del despacho, solo la abrió de un golpe, sobresaltándolos.

Andrés se asustó por la forma en que ingresó, aunque en consecuencia de lo que vio esa mañana en el noticiero y conociéndola, le extrañaba cómo no se le tiró encima para atacarlo a golpes.

—Andate —le dijo a Andrés sin mirarlo y él se retiró, cerrando la puerta a sus espaldas.

—Abril —la nombró al mismo tiempo que se levantaba para acercarse a ella.

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