—¿Todo bien? —preguntó Erika al mirarla llegar.
—Si —soltó y pasó de ella directo a la habitación donde tomó su valija, la vació y volvió a guardar toda la ropa.
—Abril ¿Qué estás haciendo? —Pregunta desde la puerta observando como dobla una y otra vez las prendas hasta que no soporta verla así y se acerca—. ¿Abril? Deja esto.
Le saca el vestido de la mano y hace que la mire. Entonces no hay nada más que decir porque sus ojos rojos llenos de lágrimas lo dicen todo.
Ambas amigas se funden en un abrazo y en el ella se desarma.
Lloraba de frustración, con necesidad de poder así aliviar el dolor en su corazón.
—Me duele Erika, me duele mucho —dice mientras se sienta en la cama y cubre el rostro con ambas manos.
No importaba que el reloj marque las 00:05 a.m. o que en pocas horas tenga que levantarse para emprender viaje hacia Ezeiza. Estaba rota, se sentía morir. Todo era agonía.
—Vas a ver que con el tiempo vas a sanar. —Intenta reconfortarla.
—No creo sanar nunca. Siento que me falta todo sin él. Amiga ¿Por qué tuve que enamorarme de él?
—Esa era una pregunta que no tenía respuesta y lo sabía muy bien—. Tendría que haberme obligado a no quererlo. Solo tenía que cumplir cada maldita regla, pero me equivoque. —Se lamenta y cubre el rostro para ahogar un grito de dolor y frustración.
—Abril, no somos libres de elegir de quién enamorarnos, porque en el corazón no se manda.
—Esto es un castigo. Erika, todo esto me lo merezco por haber traicionado el amor de Mauro —dice pasando por alto sus palabras y su amiga se enoja por lo que se inclina y toma sus manos para liberar su rostro.
—No vuelvas a decir una estupidez como esa. Esto no es un castigo, ni mucho menos te mereces estas lágrimas —dice enfadada en lo secas sus mejillas mojadas—. La vida es así. A veces tenemos suerte y otras no. Lo que hiciste, lo has hecho por amor y aunque te enamoraste, cuando no tenías que haberlo hecho, no fue tu culpa. Entiendo que Mauro se sienta traicionado porque a nadie le gusta enterarse que tiene unos cuernos que le llegan al techo, pero seamos sinceras, no iban a durar mucho. Las dos sabemos que en la cama es demasiado tradicional y no se abre a innovar ¿No te hacía sentir frustrada quedarte con las ganas siempre de cumplir tus fantasías? y a la larga eso iba a desgastar la pareja—. Abril suelta un suspiro. —Todo va a salir bien— concluye y la abraza. —Vamos a dormir que mañana será un día largo y agotador.
Por su parte, Santino solo regresó a su casa, se quitó toda la ropa, se metió en la ducha y se dio un baño de dos horas mientras sentía cómo todo su cuerpo se relajaba ante la tibieza del agua mojar su piel.
No podía dejar de pensar en ella y cada vez que cerraba sus ojos la imagen de Abril lo atormentaba.
De verdad creía que había hecho bien al mostrarle que no tenía nada que ver con las imágenes viralizadas a la prensa, aunque no pensó en lo que esa acción provocaría en Clara y Gastón, quienes luego de que ambos se fueran, los corrieron como perros a la calle, no sin antes quitarles la membrecía VIP del club.
Para él no había nada peor que perderla y eso lo estaba sintiendo en ese momento, pero también sabía que no podría hacerla feliz y que se merece a alguien que la quiera como desea que lo hagan. Ella merece un hombre que le demuestre cuán importante es para su vida y él, aunque quisiera hacerlo no podría porque incluso sabiendo que le provoca sensaciones que nunca experimento, no sabe cómo manejarlo, no sabe cómo identificarlas. No quiere buscar sus síntomas para que el internet le diga si es amor o no.
Cuando al fin terminó de bañarse, se envolvió en su bata y caminó hacia su cuarto donde al mirar la cama no pudo evitar visualizarla durmiendo enredada entre las sábanas.
No quiso quedarse allí, por lo que solo tomó su ropa de cama y se dirigió hacia el living, donde acomodó los almohadones y luego de cambiarse se acostó para cerrar sus ojos e intentar no pensarla, aunque era en vano porque en horas se iba a ir del país.
El reloj marca las 3:50 a.m. y ambos se revuelven en la cama sin encontrar el sueño y lo único que hacen es mirar su teléfono. Él, muriéndose de ganas por escribirle y ella por que le llegue un mensaje de su parte. Aun así, ningunos de los dos hace nada y solo se dan la vuelta para intentar, en vano, conciliar el sueño.
Están a solo horas de decirse adiós y aunque saben que a lo mejor no vuelvan a verse, el orgullo en ella puede más y el no saber cómo luchar en él, termina por hacerlos perder.
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© Poséeme:Éxtasis 1 | DISPONIBLE EN FORMATO FÍSICO POR AMAZON|
RomanceSantino Rivas, es un exitoso abogado de 35 años que no ha perdido un sólo caso en toda su carrera. Se caracteriza por ser un hombre vanidoso, frívolo, narcisista, y por sobre todo alexitimico, es decir, que es una persona incapaz de sentir cualquier...