ENAMORADA DE UN SHINIGAMI.

Día. 27. Emily.

Sho dejó escapar un suspiro y desviando la mirada a Azura, dio un paso al frente.

_ Ella vendrá conmigo. –Leo abrió la boca sorprendido por aquellas palabras.

_ ¡Qué cosas dices! Sabes que los Kamis no tienen permitido entrar en el Inframundo.

Azura muestra una sonrisa de agradecimiento.

_ Sho, de verdad me alegra que pensaras una solución para mí, pero si las circunstancia no lo permiten que podemos hacer. –Azura sintió como Sho tiró de su brazo.

_ No me importa lo que medio Inframundo piense, ella viene conmigo te guste o no. Estoy seguro que mi tío no se negara.

Leo levantó los hombros en signo de resinación. La verdad es difícil cambiar la opinión. Azura sin demora subió a su habitación, necesitaba un refrescante baño. Después de la ducha busco unos jeans negros,  una camisa azul y unas botas. Sujeto su cabello en una trenza y bajó lista para irse.

_ Listo nos podemos ir. –indicó con una sonrisa. La idea de que Sho rompiera las reglas por ella la hacía muy feliz.     

Leo con la cabeza baja estira su brazo y formó un círculo con su dedo índice, y de inmediato una puerta recubierta de acero se abrió. Sho tomó la mano de Azura entrelazando sus manos. Ella dejó ver una sonrisa al sentir el calor de su amado shinigami. Al principio todo lo cubría una densa oscuridad, pero poco a poco se fue haciendo un resplandor al final.

Un inmenso cielo rojizo le da la bienvenida a Azura. La chica miró a los lados, al parecer todo es muy similar al mundo humano, menos el cielo y las tres lunas que reposan en él. Sho soltó su mano para sujetarla de la cintura.

_ sujétate fuerte. –dice mientras nuestros pies dejan atrás el suelo firme.

Todo lucia diferente desde arriba, enormes edificios sobre salen más allá de las nubes y en otros sitios pequeñas casas de techos rojos le dan ese toque llamativo y humilde. De pronto sus ojos son atraídos por una enorme muralla de color rojo. Sho descendió por la parte de atrás de las gigantescas paredes. Y Leo de nuevo vuelve hacer lo mismo con su dedo y una puerta diferente se abrió, ésta era de cristal.

_ Hasta aquí los acompaño, no quiero tener que ver con esto. –dijo mientras cerraba los ojos.

Sho le da un tirón a Azura haciéndola entrar.

_ ¿Qué lugar es este? –pregunta Azura mirando las llamativas paredes cubiertas de cuadros.

_ El castillo de mi tío, el rey y señor de este mundo. –dijo con una voz distante.

Azura se aferró a su brazo, ella quería demostrarle que ella siempre estaría para él sin importar los problemas que se avecinen, Azura sabía que ella era débil e inútil ante esos monstros que deseaban hacerla daño. De pronto el ambiente cambió, ya las paredes tenían un tono más claro. Un enorme salón se exhibe ante ellos, todo allí era blanco e inmaculado, las paredes, los sillones, todo.

Sho le ofreció asiento el cual ella sin demora aceptó, Sho la imitó. Tomó sus manos y la miró a los ojos.

_ Escucha Azura, por nada del mundo te muevas de este lugar. Sólo espera a que termine de platicar con mi tío y nos retiramos ¿Ok?

La chica afirmó con un movimiento de cabeza. Sho le dedicó una sonrisa y posando sus labios sobre los de ella en un casto beso, se alejó.

Sho dejó escapar un suspiro antes de abrir la puerta, él sabía que las cosas estaban color hormiga. Al entrar su tío lo miró con angustia.

_ ¡Sho me alegra verte! –dijo llegando hasta él.