ENAMORADA DE UN SHINIGAMI.

Día. 5. La reina de hielo.

La tenue luz del sol se colaba por la ventana llenado la habitación de Azura, las tonalidades de las paredes se hacían más brillantes y algunas otras se opacaban. Algo cálido  y suave reposaba a su lado, estiró su brazo y sintió, la suavidad de una piel que no era la suya, fue entreabriendo los ojos y allí junto a ella…

_ ¡Sho! ¿Qué haces en mi habitación? – dijo la chica levantándose de inmediato. Aquel suceso la dejo sin aire ¿Cómo termino ese chico allí? Ella no recuerda nada después de que él la dejara en su habitación. Rápidamente se reviso, dejando salir un suspiro al menos no paso nada.

_ La culpa es tuya, tú fuiste la que sujeto mi mano anoche, así que me hice un lado en tu cama y me dormí, además ¿Quién quiere tocar ese cuerpo de niña?- terminó diciendo Sho encogiéndose de hombros, se colocó de pie y salió de la habitación como si nada.

_ ¡Idiota, pervertido!- vocifero- No soy una niña- dijo en tono bajo. Luego se volvió a recostar- sólo es un estúpido después de todo, yo no le pedí cuidar de mí- se giró y colocó su mano sobre el lugar donde Sho estaba, su corazón comenzó a latir a un ritmo acelerado ¿Qué le estaba pasando porque su pulso se disparó con sólo pensar en ese lunático shinigami? 

Se dio un largo baño para enfriar sus locos y desvariados pensamientos, sentir caer el agua por su cuerpo es reconfortante y cálido, de repente en pequeños fragmentos  los eventos de ayer llegaron a su mente, la madre de Eita allí lanzándole palabras crueles y sobre todo llamándola asesina, eso la perturbo mucho. Dio gracias a Dios por que su amiga la trajo hasta la casa… ¡Aya! Por Dios ella vio a Sho, ¡Que horror! Salió del baño y se vistió con unos jeans verde oscuro y una camiseta negra sin mangas, se hizo un moño alto y se colocó sus zapatillas favoritas.

Al llegar a la sala notó que Sho no estaba, caminó a la cocina, ni rastros de él se vio, agarró las llaves de la casa y se fue. Busco su bicicleta y se dirigió al trabajo lo más rápido posible, esa mañana estaba más fría de lo acostumbrado ¿Qué estará pensando su amiga de lo que vio ayer en su casa? ¿Estará molesta por no comentarle nada al respecto de Sho? Esos pensamientos navegaban en su mente como un barco a la deriva.

Aya se sorprendió al ver llegar a Azura entrar al local tan pálida y temblando, de inmediato corrió hacia ella. 

_ ¿Qué haces aquí Azura? Deberías estar descansando. Aun te ves pálida. Ven yo…- la chica interrumpió a su amiga. Soltándose de su agarre.

_ ¡Estoy bien! No quiero que armes un drama de esto. Yo sólo quiero explicar la presencia del chico de ayer en mi casa y…- Aya se apresuro a decir.

_ ¡Tranquila él ya me lo explicó todo, y comprendo por que no lo mencionaste antes! Él mi dijo que es un amigo tuyo, de Londres si no me equivoco- dijo Aya con una sonrisa.

Azura se quedó abismada por lo rápido que actuó Sho ante aquella situación, ella ayer no estaba en sus cabales toda su conciencia se esfumó después de escuchar a aquella mujer hablar. Su corazón volvió al su ritmo normal, dejando salir un largo suspiro.

_ Con que a sido así- dijo casi en un susurro. Su amiga la observo detenidamente y revolvió su cabello.

_ Eres tan infantil a veces, mi pequeña Azura, ¿Hasta cuando seguirás empeñada en vivir en el pasado? ¿Eh? Es hora de que dejes crecer a ese infantil corazón- quito su mano y la hizo levantar la mirada- Yo te ayudare a ver hacia el presente, así que hoy viste tu mejor traje que te hare una cita con Thomas- Azura trato de reprochar pero Aya se fue marcando un número en su celular.

Su amiga tiene toda la razón, ella nunca a hecho el esfuerzo de seguir adelante, su vida de hace seis años atrás, sigue estando presente y torturándola constantemente, persiguiéndola sin cesar, nunca permito que nadie se le acercara siempre tan sombría y distante, pero la culpabilidad que siente por causar la muerte de Eita no la dejara jamás de eso se encargara ella de no olvidarlo ¡Nunca! Su amigo, su amor secreto, su todo.