Día. 4. Ghost Black.

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_ ¡Asesina, asesina! ¡Por tu culpa mi hijo murió! ¡Sal de mi casa ahora mismo!- vocifero la mujer, sus gritos retumba en toda la casa, taladrando los oídos de Azura.

La chica seguía a los pies de la mujer colerizada, tratando de que al menos la comprendiera, también su dolor es igual de fuerte y angustiante.

_ ¡Por favor, permítame estar a su lado y despedirme de él apropiadamente! ¡Se lo pido!- manifestó la chica de rodillas en el piso con la cabeza baja, su rostro esta enrojecido y cubierto de lagrimas.

_ ¡Querido quiero que saquen a esta asesina de mi casa!- ordenó la mujer casi descontrolada.

Azura sentía como si el alma abandonara su cuerpo, su amigo había muerto por su culpa, todo por complacerla, sólo por un simple capricho de querer comer un helado.

_ ¡No, no, no, no me haga esto por favor!

Pero sus palabras fueron ignoradas, un hombre la tomó de los brazos y la sacó de la casa. Allí estaba tirada en la calle destrozada, se había escapado del hospital con el único propósito de ir al velatorio de su amigo, pero jamás pensó que la madre de Eita seria tan agresiva y despiadada con ella. Las lágrimas corren por todo su pálida cara, de repente sintió algo cálido que recorría su rostro.

Al abrir lentamente sus pupilas se encontró con el rostro de Sho, por un momento parpadeo varias veces, como tratado de borrar aquella imagen que se refleja en sus ojos, pero al notar que no es una ilusión da un respingo calleándose de la cama. Una risilla se escapa de esos carnosos labios.

_ ¡Que tonta eres enana! – Exclamó el chico sacudiendo la cabeza- de verdad eres torpe… Pero me alegra de que no te sucediera nada malo- finalizó soltando un suspiro largo.

Azura quedó con la boca abierta al ver que Sho se preocupa por otros, bueno la verdad ya eran dos sucesos donde ella notaba que no es un animal irracional y pervertido después de todo. La chica se incorpora sentándose al otro extremo de la cama, bajo la mirada y su rostro se oscurece; Sho la mira extrañado.

_ ¿Sucede algo malo?- pero la chica no articula respuesta alguna.

Azura sentía que su vida había corrido peligro y que de cierta forma ella jamás se ha permitido ser libre de ese dolor que la asfixia y la tortura sin descanso. Jamás se atrevió a confesarle sus sentimientos a Eita y mira donde se encuentra ahora… tratando de luchar por su vida, que cada día se va apagando sin poder hacer nada al respecto. Su cuerpo se comienza a entumecer por la impotencia de ser tan mecanizada y controlada hasta en la forma de actuar; de repente una mano se posa sobre su hombro, sacándola de sus locos y perturbados pensamientos.

_ Sera mejor que descanses un poco. Preparare el desayuno- se levanto y se dispuso a irse, pero se detuvo- Eh… Te prepare el baño para que te des una buena ducha… Bueno eso es todo- dijo mostrando una sonrisa y rascándose la cabeza, cosa que hace cuando se encuentra nervioso.

“¿Que me esta pasando por que me siento inquieto?”- pensó Sho mientras caminaba por el pasillo.

Lo mejor que se le ocurrió fue dejarla sola y esperar a que ella llegue a él con las preguntas, lo más extraño para Sho es ¿Cómo llego allí ese Ghost Black? Eso es sumamente raro. Bajo las escaleras y escucho el agua correr en el baño. Entró en la cocina y se colocó un pequeño delantal.

_ Haber, ¿Qué se le prepara a una persona triste?- dijo llevándose la mano a la barbilla- ¡Ah, ya se! Una rica avena cosida. ¡Si! Eso le dará fuerzas y energía.

Escuchó pasos en la sala, exhaló al menos la chica no esta tan traumada por lo de anoche, eso lo tranquilizo. Sirvió la avena y preparó la mesa, sin demora se asomó para avisarle.

ENAMORADA DE UN SHINIGAMI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora