Día. 11. La realidad.

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Sus brazos se aferran a su cuello con fuerza mientras él mostraba una sonrisa triunfal después de ver como la ilusa chica se entregaba en bandeja de plata. Aquel lugar oscuro era el único testigo de su victoria segura. Azura se alejó de él para poder mirarlo y su vista se fue a su ojo enrojecido, eso la hizo bajar la mirada y unas débiles palabras brotaron de su boca.

_ Lo… Lo siento… siento lo del golpe… yo… - Thomas llevo su dedo índice a sus pálidos y fríos labios.

_ No tienes nada que disculpar, sé que no estabas en condiciones ese día. Así que yo soy el que debería pedir disculpa por actuar tan impulsivamente. – dijo con cara de culpabilidad. Actuar para él no es nada con tal de lograr su propósito, fingir quererla a veces era agotador, siempre mostrando esa horrible sonrisa. Se levantó y le ofreció la mano a Azura. – ven vamos ya es tarde y te puedes enfermar si continuamos aquí.

Sus emociones se calmaron después de ver llegar a Thomas y aparte de eso ya el frío estaba haciendo estragos en su cuerpo, al entrar al auto se sintió mejor que nunca, pero su corazón seguía doliendo; las palabras de Sho sonaban en su cabeza como un disco rayado. Durante el viaje su vista se mantuvo en sus manos, se sentía tan miserable y perdida emocionalmente, al menos podía contar con Thomas la única persona que jamás la abandonaría, lo último que sintió fue como el motor del auto se detuvo. La voz del chico castaño la hizo voltear.

_ Listo llegamos. – al fijarse notó que estaba en un estacionamiento, la luz era tenue casi oscuro. De repente vio de reojo como una sombra paso por la pared al final de la entrada, su cuerpo lo invadió un terrible escalofrío, sin tardanza sacudió su cabeza como sacándose esas ideas raras de ver cosas inexistentes. Thomas la vio palidecer. – ¿Te sientes bien? – la chica de inmediato lo miró.

_ Sí… sí estoy bien sólo estoy cansada es todo. – terminó diciendo mientras bajaba del auto. Thomas le ofreció su mano y ella sin dudar la tomó sujetándola con fuerza. Algo dentro de ella le decía que debía mantener a Thomas a su lado, él era todo lo que ella en realidad necesitaba para librarse de Sho y el tiempo no jugaba a su favor.

Al subir notó que aquel chico tenía todo lo que quería, el ascensor lo enviaba directamente a su apartamento y el lugar es lujoso hasta donde alcanzo a ver; en la sala de estar era increíble, las paredes eran de un tono rojo y éstas están repletas de cuadros al parecer de algún pintor de moda, una chimenea pequeña le daba ese toque elegante, en el centro había un sofá negro y una mesita de vidrio, detrás del sofá se muestra imponente un hermoso ventanal con la vista de la ciudad. Camino hasta el ventanal y soltó un largo suspiro y se dio cuenta que ella jamás tuvo nada, aquella casa era todo sus ahorros y era lo único que podía llamar suyo. El dinero de su padre nunca lo considero algo de su propiedad o sencillamente que algún día seria suyo, ella tenía claro que su vida no fue precisamente un mundo rosa. Su cuerpo se tensó al sentir unos brazos rodear su cintura, la respiración de Thomas rozaba su cuello y de inmediato volteó y se encontró con la mira de su querido novio.

_ ¿Ya estas mejor? – preguntó Thomas con una suave voz. La chica sentía que su vida mejoraría si seguía con Thomas. Sin aviso de nuevo volvía a ver aquella sombra, su cuerpo se tensó. - ¿Pasa algo? – Azura negó con la cabeza, era mejor no pronunciar palabras porque si lo hacía tal vez no podría articular alguna. – Bueno será mejor que descanses. Te llevare a la habitación de al lado.

Azura sintió como algo le oprimía el pecho, como si estuviese a punto de pasar algo malo, sus pasos disminuían mientras que Thomas estaba delante de ella. Él abrió la puerta y un lugar oscuro y frío la esperaba; el chico encendió la luz de la habitación; Azura con pasos lentos entró, su cuerpo estaba más tenso que de costumbre aquello le daba una sensación extraña, la voz de Thomas la sacó de sus pensamientos.

ENAMORADA DE UN SHINIGAMI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora