Día. 13. Sueños.

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_ Ven mi niña. – decía una mujer de cabello oscuro. Azura miró a los lados buscando a quien le hablaba aquella mujer que le parecía tan familiar. – Vamos Azura. – dichas palabras le produjeron un escalofrío en el cuerpo.

Giró la vista a los lados reconociendo el lugar donde se encontraba… aquella casa, aquel jardín era exactamente igual a su casa en Londres. Entonces notó que aquel lugar era su hogar, su familia, lo que tanto añoraba dentro de su corazón.

De sus labios salió un susurro casi inaudible.

_ Ma… mamita. – dijo al borde de las lágrimas. - ¡Mamá! – sin demora corrió a los brazos de su querida madre.

Todo su cuerpo se sentía tan liviano, era la sensación más maravillosa que podría existir, una lágrima se escapó de sus grandes ojos.

_ Mamá… te extrañe. – articuló la joven mostrando una sonrisa.

La mujer sólo se limita a acariciar su cabeza. Ella no podía creer lo que estaba viendo; ¡Estaba  de vuelta en su viejo hogar! El lugar donde compartió los pocos recuerdos de su madre y su padre, todos juntos sonrientes y muy felices.

Aquella mañana había sido la mejor de todas desde hace mucho tiempo, ya no se sentía sola y triste ahora era diferente.

Su madre estaba preparando la merienda mientras ella la esperaba en el jardín, estaba tan ansiosa por verla y tenerla cerca de nuevo.

De repente notó algo extraño ¿Cómo es posible que ella no entrara a la casa? Entrelazó sus manos, nerviosa algo le decía que no lo hiciera, pero en su mente no recordaba cómo era la cocina. Sin tardanza se colocó de pie y llegó hasta la puerta elevó la mano y la bajo; no sabía que hacer tenía miedo de que aquello fuera sólo un sueño más.

De pronto un frío embargo su cuerpo y todo se tornó oscuro, giró la vista; ya no estaba en su casa sólo la rodea una oscuridad infinita. Si demora corrió si parar y en ningún momento vio luz, no había nada solamente ella sumergida en la nada.

_ ¡Mamá! – vociferó sin control. - ¡Mamá, mamá! – dijo quebrando en llanto. 

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_ ¡Sho has algo! – dijo Aya casi loca por la angustia. - ¡Azura, Azura, despierta! … Despierta por favor. – articuló. Aya sentía como las lágrimas humedecían sus mejillas.

Todo aquello era injusto; su amiga no era merecedora de todo esto. Azura era dulce y tímida, tal vez un poco solitaria y distante, pero eso no eran motivos para que ella cayera en ese estado.

_ Leo que recomiendas entonces. – dijo por fin Sho suspirando.

Leo llevó la mano a su mentón y comenzó a dar vueltas en la habitación.

_ Bueno, necesitamos algo o alguien que siga conectado a ella, que comportan un lazo, algo emocional… no sé un ser querido o enamorado que se yo. – dijo exasperado.

Aya al escuchar aquello caminó hasta Leo.

_ Yo sé quién nos puede ayudar, pero necesito sacarla de aquí. – meditó por un segundo. – ¡Ya sé en mi casa! La llevaremos allí, pero ¿Cómo? Bien llamaré a mi novio. – dijo sacando su celular.

Sho de inmediato se lo arrebato.

_ ¿Pero qué? – gritó Aya.

_ No quiero más humanos involucrados en esto, ya contigo es suficiente. – soltó un suspiro lento. – Leo toma a la chica que yo me encargo de Azura.

ENAMORADA DE UN SHINIGAMI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora