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La estadía de YoungJae sigue siendo como antes del malentendido; cálida, amena y sobre todo deseada.
Los desayunos, como acostumbraron, eran preparados por el menor. JaeBum despertaba ya sea con un olor delicioso viniendo de la cocina o con una vista espectacular, que era básicamente YoungJae dormido frente a él.

Todo seguía siendo igual.

¿Algún cambio?, ese podría ser el sentimiento dentro de YoungJae, su mente diciendo que amaba a JaeBum de una forma no fraternal y, quizá también, el repentino deseo de JaeBum de besar a YoungJae sin motivo alguno. Bueno, motivos muchos. Pero, aún así conteniendo esos impulsos con todas sus fuerzas.

YoungJae lo había dicho, ya más de una vez: no sentía obligación a querer a JaeBum, no sentía presión por quererlo o por querer estar con él. Y JaeBum lo había escuchado, fuerte y claro, pero eso no evitaba el sentimiento de culpa. Porque sabe que sus intenciones nunca fueron esas cuando decidió rescatar al menor de la calle. Sabe que no estaba en sus planes quererlo entre sus brazos y no sólo de la manera protectora. Lo quiere. De todas las maneras posibles lo quiere.

Y YoungJae corresponde aquellos sentimientos, y sabe que es correspondido de vuelta, pero su intención jamás será hacer sentir mal a JaeBum, así que deja pasar aquellos sentimientos. Simplemente aprende a vivir con ello.

Sabe que no es malo querer un beso de su mayor, pero no lo pide porque sabe en el conflicto en el que se encuentra Im. Y dejó de robarlos por las noches porque sabía que necesitaba el consentimiento de JaeBum para ello, pues el mayor le explicó todo aquello. No de los besos robados; pero sí sobre el consentimiento. Entonces esos besos se sintieron incorrectos.

—Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias—Dice a su mejor amigo, que lo escucha por el teléfono.

—Pero esta es la única circunstancia en que se hicieron cercanos. De no ser por tu situación y por la de él sus caminos nunca se hubieran cruzado. Es sólo la culpa, es tu edad.—YuGyeom apela, intentando arreglar la situación.

Cosa que no logra.
—Ojalá fuera mayor. ¿Crees que si le hubiera dicho que tenía más años me hubiera creído?

—Pensar en el hubiera no tiene caso. Es una pérdida de tiempo y tú y yo lo sabemos. Tenemos qué enfrentar nuestras situaciones con lo que tenemos, lo que hay y lo que es.

—Tienes razón. Aún así no puedo evitar querer que las cosas hubieran sido diferentes.

—De todas formas te entiendo.

—Gracias por escucharme, Gyeom-ah.

—No tienes nada qué agradecer, somos amigos. Y te debo años de escucharte, porque dejé de hacerlo cuando me marché.

YoungJae sonríe, aún así apagado.

—Marcharte era lo mejor. Hacer algo de tu vida, ser alguien. Sin miedo.

Y después silencio, silencio en donde YoungJae comprendió todo y en donde YuGyeom se preguntó un montón de cosas, expresando una de sus dudas:
—¿Por qué no lo hiciste también?

—No pude hacerlo. No sabía si lo lograría.

—¿Establecerte con una nueva familia?

Ser alguien.

—Jae...

—No creo lograrlo. Escuché un montón de veces que yo no era nadie. Que no era más que un niño no deseado. Nunca fui deseado, incluso cuando me fui de casa, nunca fui bien recibido. Y cuando finalmente lo fui, cuando finalmente alguien deseó que me quedara, le traje desgracias. No quería arruinar a nadie más.

—YoungJae, pero esa señora no gozaba de una buena salud...

—Pero pasó justo cuando abrió sus brazos para mí—Algunas lágrimas resbalan por sus mejillas, el sentimiento de quiebre le pega de nuevo y un lastimero sollozo se escapa de sus rosados labios.

—No debes culparte por eso, YoungJae. Es tu cabeza, es ella diciéndote cosas hirientes, se quedó en tu cabeza. En tu corazón.

YoungJae sabe que habla de su madre. El silencio se hace presente de nuevo, porque tampoco hace falta una afirmación. YoungJae tenía serios problemas debido a las situaciones vividas con su madre.

—Gyeom-Ah, voy a colgar la llamada. Necesito preparar la cena porque JaeBum hyung viene pronto. Además estoy hambriento.

Es quizá su deseo de cambiar de tema e incluso de ambiente, tiene un montón de horribles sensaciones y ya no quiere más eso. Y su amigo comprende.

—Está bien, Jae. Cocina con cuidado. Y si quieres hablar de nuevo no dudes en llamarme. Recuerda que te quiero. Y que siempre estaré para ti. Y sobre todo recuerda que no es tu culpa lo que sucede a tu alrededor. Muchas cosas no dependen de ti.

—Claro, siempre intentaré recordarlo. también te quiero.

Y termina la llamada.

YoungJae, aunque había sido una excusa, se dispone a preparar la cena. Cuando el reloj marca las ocho quince, dos platos llenos de deliciosa comida esperan por JaeBum en la mesa.

Sin embargo YoungJae parece tener un cambio de planes repentino cuando JaeBum entra a casa junto a una bonita chica castaña.

Por una sonrisa [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora