2.

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JaeBum siguió con su cotidiana vida; departamento, escuela, trabajo, departamento.

Un mes y tres semanas exactamente habían pasado desde el entierro de su madre y él se refugiaba en la escuela h el trabajo, su mente siempre en ello. Aun que a veces divagaba y recordaba al niño del parque. Había ido a buscarlo más de seis veces, pero en ninguna teniendo éxito.

Se preocupó demasiado, pues era temporada donde la lluvia era muy seguida. Incluso de camino a casa tomaba ese camino, aun que fuese el más largo.

Era una noche despejada y cálida cuando JaeBum sale temprano del trabajo y toma el camino ya acostumbrado a casa. Pasa por el parque y su sorpresa es grande al notar a YoungJae viendo hacia el cielo.

—Mocoso—Llama rápido JaeBum y el menor con ojos temerosos y confusos mira hacia atrás. Su mirada se ablanda cuando encuentra la figura del pelinegro.

—¡Hyung!—Sonríe ampliamente mientras trota hacia él—¡Mire!, fui al refugio y me dieron ésto—Señala su vestimenta. Un suéter color mostaza y un short azul marino, sus zapatos seguían siendo los mismos, pero aún más arruinados.

JaeBum mira su propio calzado y después el del menor. traga duro. No era tan diferente el tamaño...

—¿No crees que le falta algo?—.

—No, con una camisa me es suficiente. Sea agradecido, hyung.

JaeBum ríe cuando ve el puchero formado por los labios del menor.

—Vamos a sentarnos, ven—Y caminan hacia una banca.

(...)
Más de tres horas hablando de un montón de cosas. Aun que en la mayoría JaeBum se dedicó a escuchar, el castañito hablaba demasiado.

Le contó un montón de cosas, cosas que sabía jamás olvidaría.

—Me gustaría quedarme más tiempo aquí contigo, pero mañana tengo clases temprano—La mirada de YoungJae se apaga, pero por muy poco tiempo.

—Está bien, yo lo entiendo. Vaya con mucho cuidado.

—Tenlo también—Ambos se levantan. El pelinegro no quiere pasar por lo mismo y mira al menor—¿Por qué no nos vemos más seguido aquí? podemos quedar a una hora.

—Normalmente no sé la hora. Si le pregunto a alguien siempre dice que no sabe porque temen que les robe el teléfono—Hace un mohín—Deberían saber que hay diferencias entre ser un ratero y una persona que vive en la calle. No es lo mismo—Sus cejitas fruncidas.

—Deberían...

Y no dice más, pues está perdido en la ternura frente a él.

—Sí, bueno. No le quito más tiempo, hyung...

—Es que necesitamos vernos. Necesito saber que estás bien—Insiste.

—¿Pasa aquí cuando está oscuro ya?

—Normalmente sí.

—Pues entonces estaré en ésta banca en el atardecer, todos los días.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo—.

—Entonces te veo mañana.

—Supongo que sí.

—¿dónde dormirás?

—JinYoung hyung me dijo que podía ir hoy al refugio, así que iré hasta allá.

—Ve con mucho cuidado.

—Claro que sí.

Comienzan a caminar en direcciones contrarias, pero se detienen a insistencia de JaeBum.

—¡YoungJae!—El castaño se gira y ve al azabache aproximarse a él. Cuando están frente a frente observa cómo JaeBum quita sus bonitos converse.

—¿Qué se supone que hace?

—Te dije que algo faltaba—Y se pone de cuclillas—Dame tu pie.

—No, hyung. No haga eso.

—Quiero hacerlo. Dijiste que uno debe actuar a lo que su corazón diga. Dame—Y toma el pie. Quita los viejos tenis y YoungJae se pone colorado cuando JaeBum ve su celteín roto, pero el mayor únicamente sonríe.

Cuando ya coloca los zapatos se levanta y toma los tenis.

—Bueno, me llevaré esto para tirarlo a la basura.

—Muchas gracias hyung—.

Y aun que esperaba una reverencia, el abrazo fue mucho mejor.

Por una sonrisa [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora