Estaba destrozado, nada sería lo mismo; ya no.
Su madre ya no estaría ahí. Ya no estaría para visitarla, no estaría como siempre solía para darle algún consejo cuando no supiese qué hacer. Ya no iba a ayudarlo, a regañarlo, ni a felicitarlo. No recibiría más esas llamadas preguntando si ha comido y dormido bien.
Ya no estaba.
Y aun que el entierro ya había pasado el shock también lo había hecho. Y asimiló todo.
El día lluvioso y nublado no ayudaba mucho. Un relámpago y después un trueno. Posiblemente era la única persona sollozando y lamentándose en aquél parque, pero no era la única en el lugar.
Un pequeño castaño observaba todo desde detrás de un enorme árbol.
Vio los gestos de dolor, escuchó los lamentos, los sollozos.
Cuando ve como el roto chico baja la cabeza, sale de su escondite. Lento y sigiloso; como sabía serlo. Pasos medios y titubeantes. Tenía miedo por la reacción del otro, pero quería ayudar.
Entonces se encuentra frente al pelinegro.
JaeBum nota las zapatillas sucias y desgastadas, alza la mirada y encuentra a un chico con un short de mezclilla a la rodilla junto a una sudadera rosa. Su vestimenta estaba sucia y descuidada, un poco rota de algunos lados. Incluso en su rostro había un rastro de suciedad.
—No está bien—Murmura el menor.
—No. No lo estoy, niño. Largo de aquí, no tengo dinero—Su respuesta dura y sin tacto.
Con una sonrisa YoungJae alza los hombros.
—Yo tampoco lo tengo—Se sienta a un lado de él—Creo que necesita un abrazo, uno bueno. Y yo sé dar abrazos, aun que estoy sucio y quizá no quiera por eso y yo- yo lo entiendo. Muchas personas se alejan de mí por eso. Pero le prometo que no tengo ninguna enfermedad, soy un chico sano—Rápido intenta convencer.
—Necesito más que un abrazo, mocoso. Necesito a mi mamá—.
—¿Hyung está perdido?, podemos ir a buscarla.
Una sonrisa dolorosa se forma en el rostro de JaeBum.
—No podemos ir donde ella está—.
—Podemos intentarlo...
—No, no podemos.
—Puedo ayudarlo—Ladea su rostro y lo mira a los ojos—Estar triste no es bueno—Hace un mohín.
—Creí haber escuchado que sacarlo estaba bien—Murmura.
—Lo está. Pero no de este modo. Luce como si estuviese pensando seriamente en el suicidio—.
—Para eso hay qué ser silencioso, ¿no?—Sorbe la nariz.
Y sonríe cuando observa al castaño con su gesto de duda y sus ojos entre cerrados, pensando en sus palabras.
—No todos somos iguales, así que no todos lo hacen en silencio. ¿qué lo tiene así?—.
El mayor mira hacia al frente. El agua ya no era molesta, nunca lo fue.
—mi madre está muerta—.
—¿Y cómo era ella?—Se interesa en preguntar.
—Era la mejor mujer del mundo, te lo juro.
—¿Se parecía a usted?—.
—Algunos dicen que sí.
—¿Usted es el mejor chico del mundo, entonces?—JaeBum ríe por primera vez con sinceridad y mira al menor a su lado.
—¿Qué haces aquí, a todo esto? Ve a tu casa, tu madre debe estar muy preocupada—En ese momento las cejas de YoungJae se fruncen.
—Yo no tengo una madre, mucho menos una casa...—La voz del menor se pierde y el corazón de JaeBum se rompe un poco más—Usualmente duermo en bancas, debajo de puentes, o cualquier lugar en el que me acomode en la calle. Ah, pero a veces duermo en un lugar para personas sin casa.., aun que no es mi favorito; porque hay muchos borrachos y drogadictos, pero las personas encargadas me quieren mucho, cuando voy me gusta ayudar a servir alimentos, dar cobertores o en temporada de frío; chocolate caliente...
Im no hace algo mas que observar con detenimiento al chico de cabellos castaños. Su entusiasmo era enorme, aún cuando le había revelado algo tan fuerte como lo era el no tener una casa y vivir en la calle, su sonrisa seguía siendo brillante y preciosa.
Lo admiró.
En ese momento su corazón se vació de malos pensamientos, de dolor y de absolutamente todo. Su mirada no se despegaba de esa mirada brillante, ni de esa bonita sonrisa. Y en su pecho no sintió más que calidez.
Porque JaeBum necesitaba felicidad tras la pérdida de su madre; Y Choi YoungJae era un chico feliz.
P R Ó X I M A M E N T E
ESTÁS LEYENDO
Por una sonrisa [2Jae]
Fanfiction«Porque JaeBum necesitaba felicidad tras la pérdida de su madre; Y Choi YoungJae era un chico feliz.»