Ámalo

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CAPÍTULO 20

Severus Snape

Estaba demasiado ebrio para levantarme, me encontraba en mis aposentos en el sofá viendo hacia la alfombra, tratando de liberar mi mente de todo lo que me estorbaba, cuando creía que más rencor y odio no podía encerrar en mí, llegaba ella y lo superaba.

Ella llevaba algunos días dentro de la Mansión Malfoy, la muy insolente me había mandado pedir más poción multijugos, era peligroso poder hablar con ella en ese lugar, además el Señor Tenebroso me había ordenado estar en la Orden de tiempo completo, así que me limitaba a mandar las pociones que necesitaba. Sólo la había visto una vez después de eso, cuando el hechizo que me había hecho Lupin había dejado de tener efecto regresé a la Mansión, el señor tenebroso ya no estaba ahí, subí las escaleras con rapidez y entré a las habitaciones de Bellatrix.

...

Ella estaba boca abajo apretando con fuerza la almohada, Lucius se levantó con violencia apuntándome con la varita, no quise sacar la mía, no podía perder mi tiempo en un duelo o sumergirnos en otra discusión. Ella me vio pero bajó la vista, conteniendo cualquier grito de dolor, vi su espalda desnuda y los primeros comienzos cuando empezó a recuperar su verdadera apariencia.

—Vete de aquí Lupin —le ordené.

—Severus es peligroso, deja que él lo haga —pidió ella en un susurro.

Sus ojos castaños se llenaron de lágrimas, pero en esta ocasión sabía que era por el dolor físico, Lupin bajó la vista, no, no iba a permitir que ese maldito lobo la curara estando ella débil y semidesnuda, me acerqué a él amenazante.

—Si no quieres que esta aventura se vaya a la mierda, lárgate en este momento Lupin.

—Ella dijo...

—No, no se equivoquen —siseé con desprecio— están en mí territorio, así que ¡largo!

Aun así él la volteó a ver primero, buscando su autorización, y hasta que Hermione no asintió no abandonó la habitación. Cerré la puerta con llave y las cortinas de seda negras, entré al cuarto de baño y me lavé las manos, llenando un cuenco con agua tibia.

Cuando la observé me llené de rabia e impotencia, en algún momento iba a matar a ese miserable, así fuera lo último que hiciera, tenía la espalda destrozada y notaba que tenía la fuerza suficiente para mantenerse despierta.

—Bebe esto —le pedí dándole la poción para el dolor.

Ella tomó la mitad sin fuerzas.

—Él se fue al extranjero de nuevo, una vez que puedas mantenerte de pie te sacaré de aquí —le dije mientras limpiaba sus heridas.

—No puedo irme hasta que la misión esté completa —susurró.

—Muy bien, dime ¿qué misión es? —pregunté hastiado, sino la ayudaba ella no se iría por las buenas y eso complicaría nuestra salida.

—No es bueno que sepas.

—¿Se te olvida que el oclumántico soy yo? —pregunté con ironía.

—Cuando sepas... me odiarás más —suspiré con cólera, le puse poción cicatrizante y la vendé despacio, desviando mi mirada de sus senos— sé que estás enojado, pero si te incluía en el plan, tú no me habrías ayudado, tenía que venir Severus, o nada tiene sentido.

—Ese maldito perro y el estúpido lobo merecen más confianza que yo —expresé lleno de resentimiento.

—No es eso, es porque...

No estoy preparada para perderte Editando (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora