Tu amor es un tóxico

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Holaaaa... Hay decisiones que duelen, pero debemos tomarlas, porque son lo mejor.


Mientras la madre de Azra pasaba unos minutos junto a su hija en la habitación del hospital, Can no perdió el tiempo y llamó a su tía Sedef:

- ¡Querido! ¡Qué alegría oírte! – lo saludó al otro lado del móvil.

- ¿Tía cómo se enteró Azra sobre lo que Burak y yo hicimos con su ficha médica? – preguntó en voz baja y sin saludar. No podía dejar de pensar que era de ese mismo hospital desde donde la información había sido sustraída.

- No puedo creerlo – susurró su tía.

- ¿No puedes creerlo? – preguntó irritado – Será mejor que lo creas. Estamos en el hospital, Azra tuvo un alza súbita de presión, se desmayó en la calle. Pudo morir y nada me saca de la cabeza que esa información tuvo mucho que ver, puesto que fue prácticamente lo primero que preguntó nada más despertar.

- Can, lo siento tanto... Yo sólo quería que tu madre recapacitara, quería que supiera que no estabas siendo engañado. Ella tiene que comprender...

- ¡Tía, por Alá! – la interrumpió mientras se tomaba la cabeza con la mano libre.

- Jamás me imaginé que iría a contárselo a esa pobre muchacha... – se justificó angustiada.

- Pues al parecer eso es exactamente lo que hizo. No puedo creerlo... ¿Qué es lo que pretende? ¡Mi propia madre!

- ¡Can! Tienes que mantener la serenidad, sobre todo ahora que Azra y los niños te necesitan. Ya hablarás con tu madre.

- ¿Hablar con ella? Ahora mismo sólo quiero que se mantenga lejos de mí. No quiero verla... Ya ha logrado engañarme antes e hice la vista gorda para no crear problemas y para que no ideara nuevas formas de martirizarnos, pero está visto que por la paz no conseguiré nada.

- ¿Qué vas a hacer?

- Por de pronto, quedarme con Azra e impedir que Neslihan Vural se acerque a menos de cien metros de distancia de nosotros – respondió.

Quería llegar al fondo de esto y saber exactamente como diantres había ocurrido todo, así que consultó por el área de ambulancias, quería conocer a quien había trasladado a Azra. Cualquier información sería útil para armar el rompecabezas que tenía en la mente.

Si bien se tardó un poco más de lo que hubiera querido, finalmente encontró al encargado, quien le informó, entre otras cosas, que la unidad de emergencia había sido enviada por el llamado de un hombre, dueño de un café cercano, quien había socorrido a Azra cuando vio que se desplomaba. También le ratificaron que no recuperó la consciencia en ningún momento y que su presión estaba muy alta, aunque afortunadamente había tenido abundante sangrado de nariz, lo que al parecer era una "buena" noticia en estos casos.

Claramente advertida por su tía Sedef, su madre eligió ese momento para llamarlo.

- Pensé que no tendrías la desfachatez de llamarme después de lo que hiciste, pero está visto que a ti no te falta valor – la saludó fríamente – No sé cómo pudiste llegar a este nivel, mamá. Azra está mal y probablemente se tenga que quedar en este horrible sitio por muchas semanas y todo gracias a ti. ¡Odio los hospitales!

- No sé de qué me hablas – señaló impertérrita.

- ¿Qué no sabes de qué te hablo? ¿No fuiste tú quien le dijo a Azra lo que hicimos con su ficha médica?

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora