Al principio había estado muy molesta porque Semra no la había querido acompañar a la nueva actividad escolar, pero su coqueta hermana tenía un nuevo pretendiente y pese a que Semra era una veleta en temas del corazón, al parecer su nuevo enamorado cumplía con todos los requisitos que tanto su hermana, como su madre, consideraban dignos de valoración, por lo que parecía que el romance iba a prosperar. Así que mientras ella sostenía en brazos al hermano pequeño de uno de sus alumnos y le daba de comer una compota de fruta, su elegante hermana visitaba a la familia de su novio en Etiler. Sólo esperaba que no la hicieran sentir mal por no ser de la misma condición social. Semra era muy desenvuelta y segura, pero la verdad es que jamás se había enfrentado a la discriminación social y mucho se temía que la ingenuidad de su hermana llegaba al punto de creer que bastaba con ser linda y graciosa para ser aceptada en todas partes y eso no era así.
El ambiente en el colegio era muy alegre, el período lectivo estaba pronto a concluir, había un clima excelente, los niños saldrían pronto de vacaciones estivales y dado que ahora la escuela contaba con patrocinio, el próximo año escolar prometía buenas perspectivas. Incluso el tema de la alimentación se había solucionado, al menos para el año siguiente, puesto que al obtener fondos de la Fundación Şebnem Vural, el caso había ganado notoriedad y habían recibido donaciones y financiamientos de algunas empresas e incluso una importante fábrica de comida envasada les había garantizado una donación para la vuelta de vacaciones. Había un rumor a esperanza para los desplazados alumnos de la comunidad y por primera vez Azra sentía que había futuro para ellos. Debería haberse sentido aliviada y esperanzada, como el resto de los maestros o como el señor Yilmaz, que exudaba alegría. En vez de eso la nostalgia la había invadido después del cruel encuentro que sostuviera con Can hacía un par de semanas atrás. El haberlo visto había removido algo dentro de ella, algo que creía suprimido de su vida, pero la indiferencia con la que la había tratado le había dolido como no creyó que algo pudiera volver a hacerlo. Una cosa era saber que no podía formar parte de su vida y otra muy distinta ver el desinterés marcado en sus facciones al mirarla.
- Muchas gracias, maestra, por cuidar a mi Ömer – le dijo la madre del pequeño que ahora sostenía, mientras se acercaba.
La mujer estaba embarazada de su tercer hijo y Azra se preguntó si no hubiera sido mejor que se cuidaran antes de traer a tantos niños al mundo. No es que juzgara a esa pobre mujer. La conocía a ella y a su esposo. Eran buenas personas, estaban muy enamorados, pero vivían muy pobremente. Su hijo mayor era alumno de Azra y estaba segura que en un par de años también sería la maestra de Ömer, el niño que ahora estaba sobre sus faldas tomando su merienda y más adelante del bebé que venía en camino.
- De nada, señora Onat. Se portó muy bien y se ha comido casi toda la compota de fruta.
- A veces el tiempo no me da para cuidarlos a los dos. No sé cómo lo haré con tres – señaló mientras acariciaba su barriga.
En ese momento se acercó corriendo Halil, el hijo mayor de la señora Onat y alumno de Azra.
- Hijo nos vamos en un rato más, tu padre está por volver a casa y debo preparar la cena – le dijo acariciando las transpiradas mejillas de su hijo.
- ¿Has comido muchos dulces, Halil? – preguntó Azra.
- No muchos, maestra – respondió algo avergonzado el muchachito.
- ¿No muchos? – intervino su madre – Maestra, probó todos los pasteles que las otras madres trajeron y el señor Yilmaz hasta le dio una bolsa de caramelos y chocolates.
- Halil, mírame – le dijo Azra después de suspirar – El azúcar debe comerse en dosis pequeñas. Haz que esa bolsa que te ha regalado el señor Yilmaz te dure muchos días.
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La redención de Azra
Storie d'amoreSiete años han pasado desde que Azra y Can se vieron por última vez en un frío juzgado. ¿Qué ocurre con las ilusiones y con el amor que fue traicionado? Esta historia es una continuación de A.S.K que en español fue traducida como El precio del amor...