La felicidad

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Holaaaaa... Nuestros tortolitos siguen de luna de miel, pero con la estabilidad llegan también nuevas revelaciones. 

Como siempre, estoy muy agradecida de sus comentarios. Toda retroalimentación es bienvenida.

- Me parece increíble estar tan lejos de Estambul – susurró Azra.

- Es maravilloso – replicó Can.

- ¿El cielo estrellado? – preguntó Azra.

- Eso también, pero me refería a estar lejos de Estambul – dijo Can mientras miraba fascinado el estrellado cielo que se extendía sobre ellos. Se hallaba recostado sobre su saco de dormir, junto al fuego. Azra, a su lado, estaba sentada sobre la cubierta de su mochila recreándose en la vista de las llamas, de Can y de cuando en cuando del cielo.

El día había tenido lluvias intermitentes, como solía ser a veces el verano en el Estado de Washington. Llevaban tres días de viaje. Habían llegado a Seattle por separado, pese a la ansiedad de Azra, quien tenía temor de viajar sola. Él la había esperado en el aeropuerto hace tres días y habían recorrido la lluviosa ciudad por dos días completos. Ahora se encontraban acampando en el Parque Nacional Monte Rainier, su destino para los próximos días.

Habían recorrido los húmedos senderos del Parque durante el día y ahora, en la noche, el cielo se había abierto dejando ver una hermosa postal del cielo lleno de estrellas tintineantes.

Luego del último viaje de Can a California, habían pasado juntos todas las noches de una semana completa y Azra sentía, aunque procuraba no pensar mucho en ello, que su relación se afianzaba con la cotidianidad compartida.

Después de esa semana, la madre de Can había vuelto a Estambul y él se había ido con ella a la casa que tenían en la isla de Büyükada, donde Neslihan había dado una fiesta. Obviamente Azra no estaba ahí, pero se había enterado por Semra, quien seguía en Instagram a varios rostros conocidos que habían estado en el lugar y habían hecho publicaciones en sus redes sociales. Intentaba no pensar en cuánto le dolía no poder formar parte de la vida de Can. No es que quisiera estar en fiestas o salir en la prensa, pero sí le dolía sentir que Can no era verdaderamente suyo. Sabía que no lo podía tener para ella y así lo había aceptado, pero no por eso dejaba de ser doloroso constatarlo. Pero eso había sido la semana pasada. Ahora Can era todo suyo y ella siempre se decía a sí misma que no debía pensar en el futuro, ni en el pasado. Sólo tenía el presente y se lo repetía constantemente.

Por eso, en ese preciso instante, Azra estaba dichosa y tenía motivos para ello: los equipos de baloncesto de la escuela habían ganado las dos finales que habían disputado, cinco de sus alumnos habían conseguido becas deportivas para continuar su formación en el Fenerbahçe y otros dos habían conseguido ser pre seleccionados por el Beşiktaş, los alumnos ya estaban de vacaciones hace un buen rato, ella había concluido todo el trabajo administrativo que implicaba cerrar actas y había dejado todo dispuesto para el retorno a clases en septiembre próximo. Semra había estado la semana pasada en Fethiye con Koray y su familia y todo había ido sobre ruedas, según le informó su hermana. Ahora Semra y su madre estaban en Esmirna, con una prima de su madre, por dos semanas, lo cual sin duda distraería a Müzeyyen Özak. Por si fuera poco, el hombre al que amaba la había sorprendido llevándola al otro lado del mundo a conocer lugares que ni siquiera soñó con llegar a visitar.

- ¿Por qué dices que es maravilloso estar lejos de Estambul? A mí me parece que Estambul es muy lindo, también.

- Sí, debe ser una ciudad maravillosa para los turistas.

- Yo recorro mucho la ciudad durante los fines de semana. Hay muchos rincones hermosos.

- Sí, es una ciudad hermosa. Pero inevitablemente cuando pienso en Estambul pienso en que ahí está todo lo que me abruma.

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora