Día 27.- Rutina: Entrenamiento VIP

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Día 27.- Rutina: Entrenamiento VIP


Korra no era una alfa que amara las mañanas; de hecho, era todo lo contrario y su taza en el salón de empleados con el mensaje "Soy el Grinch de los buenos días" lo corroboraba.

Era comprensible ¿Quién en su sano juicio disfrutaría de despertarse temprano? ¡Eso de que a quien madruga, Raava le ayuda eran pamplinas! Solo a la gente calva podría gustarle madrugar, o al menos esa era la conclusión a la cual había llegado desde que trabajaba en el Gimnasio Avatar, donde Tenzin, dueño y buen amigo de la familia, se levantaba siempre de buen ánimo para abrir la sede a todas aquellas almas igualmente madrugadoras (Que seguramente eran calvos de corazón, aunque su exterior no lo diera a ver) que iban a hacer ejercicio antes de enfrascarse en sus rutinas diarias.

Claro que había excepciones... cada martes y jueves, de forma casi religiosa, Korra también era una "Calva de corazón". Ninguno de sus amigos lo sabía, ni Bolin, el bonachón entrenador de pesas, ni Opal, la flexible encargada de los pilates, tampoco Mako y Wu, la pareja encargada de los aeróbicos, ni siquiera su mejor amiga Kuvira, la instructora de Zumba. No. Ninguno lo sabía porque ella se había encargado de no revelarle a nadie su mayor secreto... Que esperaba con ansias las mañanas de aquellos dos días, porque es cuando la veía...

A ella.

A la única usuaria VIP que tiene el Gimnasio Avatar.

A su cliente favorita.

A la magnífica Asami Sato.

Cuando Tenzin le propuso dar un entrenamiento matutino VIP a domicilio porque según sus palabras textuales "Era la persona idónea, la más capacitada y en quien más confiaba para contentar a la cliente y ayudarla", no pudo negarse; después de todo, uno de sus puntos débiles como alfa era que los elogios inflaban su orgullo y la potenciaban. Así que, aunque renegando por dentro, aceptó la tarea y tras recibir la dirección fue a hacer ese encargo.

Al bajarse del Uber en la dirección indicada, se dio cuenta de inmediato porqué aquella mujer era VIP. La mansión a la cual había llegado ese día era tan grande que cabría toda su tribu y seguramente sobraría espacio para la del norte ¿Quién viviría en aquel domicilio? ¿Sería algún viejecillo que quería revitalizarse? ¿O un niño que quería aprender a nadar? ¿Qué servicio requeriría? Ella era una polifuncional deportiva, básicamente podría enseñar todo lo que sus amigos hacían y mucho más; pero como Tenzin no le dio ninguna otra instrucción adicional supuso que eso era algo que con el cliente directamente tendría que acordar.

La alfa se encogió de hombros, no importaba quien fuese el cliente: alfa, beta u omega, rico o pobre, hombre o mujer, viejo o joven, flaco o gordo, etc, etc, etc., ella era una profesional, no discriminaba y a todos trataría sin prejuzgar y con amabilidad.

Así que evitó hacerse imágenes de como sería la persona y tocó el timbre del portón. Una voz masculina le pidió que se identifique y tras eso la dejó entrar.

Al llegar finalmente al pórtico, la puerta se abrió y un mayordomo la saludó y la instó a que lo acompañe a una sala de estar donde pidió que espere un momento y luego la dejó.

Tras breves minutos intentando no ser impertinente y curiosear por demás con la mirada a su alrededor, finalmente el cliente apareció y allí fue cuando la conoció

La castaña mentiría si negase que fue un flechazo directo al corazón.

Era la mujer más bella que había visto en el maldito mundo, prácticamente una diosa terrenal o bendecida por los espíritus. La deslumbrante apariencia casi divina fue ensalzada por el aroma que inequívocamente identificaba a la mujer como omega y por una sonrisa de bienvenida que inmediatamente hizo a Korra perder la capacidad de verbalizar un saludo.

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora