Día 31.- Cachorros: De tales palos, tales astillas

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Día 31.- Cachorros: De tales palos, tales astillas


—Oh no, Korra... qué has hecho... eso es... jugar sucio... chicos... ¡No!

Pero era tarde, había perdido.

Había sido acribillada con una injusta desventaja.

Ya no era un 1 vs 1, sino que ahora eran tres pares de ojos con miradas tiernas de cachorro que la acorralaban y a los cuales no les podía negar nada... ¡Esta era una vil trampa!

Ya no solo por parte de su esposa... ¡Sino también por parte de su camada!

Hace cinco años habían nacido y desde que escuchó los llantos en el parto y los sostuvo entre sus brazos, fue amor a primera vista.

Hirraq y Sennsuko.

Bebés gemelos cuyos nombres honraban a los felices abuelos.

Ellos eran para la alfa el niño y la niña dueños de su corazón.

Eran tan pequeños y hermosos... con esas naricitas de botón adorables y la piel oscura como su amada esposa, denotando su sangre tribal, pero con los ojos verdes y cabello negro de la alfa.

Simplemente perfectos.

Su crianza como madres primerizas les habían traído incontables noches de insomnio, preocupación ante cualquier nimiedad (aún pese a la bendecida ayuda de los ahora abuelos) y muchos más gastos de los que en un principio habían pensado... pero nada de eso era comparable con la gran dicha que había traído a sus vidas. Cinco años de inmensa alegría en la familia Sato-Waterstone.

Con cada día que pasaba, los niños crecían. Con cada mes y año transcurridos adquirían nuevas habilidades y aprendizajes; y según la Pediatra Jinora, iban excelente en la tabla de crecimiento.

Aún no se sabía si serían alfas, betas u omegas, pero eso no podía importarles menos a sus madres. Lo vital es que fuesen niños sanos; ellas les darían todo el amor, seguridad, cuidados y educación necesarios para que fuesen excelentes adultos, sin importar su rol jerárquico.

Oh, tener cachorros era tan hermoso...

Y, sin duda alguna, sinónimo de tener una sorpresa diaria.

La mayoría eran alegres, como cuando emitieron sus primeras palabras (ahora no había quien los parara), cuando aprendieron a sentarse, a gatear o a caminar, cuando dejaron el pañal, su primer día en el jardín de niños o ahora que estaban escribiendo sus primeras palabras. Eran tan inteligentes y aprendían tan rápido que incluso los maestros estaban impresionados, y los habían adelantado dos años.

Otras causaban pánico. Como cuando Hirraq tuvo aquel resfriado de fiebre muy alta o cuando Sennsuko, por querer huir de su cuna una mañana, cayó sobre su bracito y comenzó a llorar tan fuerte que tuvieron que correr al hospital para ver si no se había roto un hueso (Menos mal la niña estaba ilesa y solo lloraba por el susto. Tras unos arrullos y un desayuno de Wafles familiar, todo volvió a la normalidad).

Pero en cambio, otras sorpresas eran un reto constante al autocontrol del temperamento de las madres. Los gemelos eran buenos, pero como cualquier otro infante a veces eran traviesos. Eran unidos, y como una pequeña y adorable mafia hacían cuando se les ocurría alguna travesura, la hacían juntos... Como cuando garabatearon corazones y dibujos de Naga con crayones en unos contratos que Asami había dejado en la mesita de café por solo 5 minutos antes de ir a trabajar (Querían que en el trabajo los pensara... cosa que definitivamente hizo), o cuando pasaron por aquella desagradable fase de jugar con su popó y hasta con la de Naga (¡Gracias a Raava habían superado esa horrenda etapa!), también estaba la vez que habían maquillado a sus abuelos al verlos dormidos en los muebles (asunto que a Tonraq y a Hiroshi no les hizo mucha gracias... pero a sus esposas sí y ahora tenían una foto de ese día en la estantería)... y cómo olvidar cuando usaron las láminas del test de Rorscharch, que Korra usaba con sus pacientes, para intentar limpiar el pipí de Naga (se habían olvidado de sacarla y pensaron que eran "papeles feos de reciclaje con manchas raras")... y ahora, que como cada sábado les había preguntado a su familia que querían para desayunar antes de ir al parque y los tres habían respondido sin un ápice de duda "¡Hamburguesa!".

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora