Día 4.- Cuello: ¿Mejores amigas?

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Día 4.- Cuello: ¿Mejores amigas?


A la distancia, Korra observó a Asami, su compañera de tantas aventuras en el Equipo Avatar.

La omega era simplemente asombrosa, una luchadora magnífica, una genio, filántropa, un alma buena en un cuerpo aún más bueno...

Porque oh Raava bendita... ¡Qué cuerpo!

Era el envase perfecto para el alma perfecta. El rostro hermoso, facciones delicadas, labios llenos y atrayentes, ojos de un verde más hermoso que el de los campos del mundo espiritual, cabello negro de hipnotizantes ondas, senos perfectos, cintura de avispa, trasero empinado y piernas largas que eran tan maravillosas como mortales con una llave o patada.

Imposible no verla y maravillarse...

(O ponerse dura, como era su situación actual)

Pero entre todos esos atributos que la CEO tenía, había uno en particular que hoy resaltaba. Su cuello.

Con la coleta alta y la blusa de cuello redondo que cargaba el día de hoy, ese cuello de piel de porcelana se veía tan estilizado y atrayente que se le hacía agua la boca por hundir profundamente sus colmillos en la carne perfecta y marcarla como suya para siempre.

No podía negarse más a sí misma su atracción, estaba profundamente enamorada en todo sentido de aquella diosa terrenal llamada Asami Sato.

—Korra... ¡Hey Korra!

El avatar abrió de par en par los ojos. Estaba tan absorta en sus delirantes fantasías que no notó que su mejor amiga y amor imposible se había acercado peligrosamente. Presa del pánico vio su entrepierna donde el marcado bulto era obvio. Giró hacia la izquierda y hacia la derecha y no encontró nada con qué cubrir su gran vergüenza (Vamos, que un "lémur volador" que pasaba por allí bajo ningún concepto es la mejor elección). Así que optó por la única psudo-salvación que tenía: girar su falda de piel para que la parte de atrás cubriera su frente y sentarse cruzando las piernas, para que se armara una especie de tienda o tapadura que ocultase su miembro. Agradecida mentalmente por haberse puesto los boxers que mejor controlaban cualquier manifestación de genitales alfa, hizo su coartada justo a tiempo cuando Asami llegaba con ella.

—¡Hola Korra! Te saludé, pero creo que estabas distraída y no me escuchaste.

—Ehh... ¡Sí, sí! Lo siento, a veces soy tan torpe... ¡Hola Asami! ¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida en todo este tiempo? -pregunto con una voz más chillona de la que hubiera deseado plasmar.

La CEO enarcó una ceja, extrañada, y se cruzó de brazos provocando que su busto se levantara.

—¿Todo este tiempo? Korra, nos vimos ayer.

—Eh.... En veinticuatro horas pueden pasar muchas cosas... ¿No? -indicó desviando la mirada para no clavarla en el pecho de la pelinegra.

Ante la mirada suspicaz de la ojiverde, Korra se puso fría y sudorosa; no obstante, al final la chica más alta simplemente desenroscó sus brazos y se encogió de hombros.

—Supongo que tienes razón. Todo va normal, negocios por aquí, diseños por allá, inventos por acullá... yada yada, bla, bla, bla... por más de que normalmente me encante hablar de mi trabajo no es ese el tema que vengo a tratar. -descartó con un movimiento de manos.

—¿Ah no? ¿Entonces cuál? -Cuestionó, aun estirando su falda de piel, en lo que esperara pasara como un movimiento casual.

Una muy animada Asami se sentó en la banca al lado de la alfa... ignorando abismalmente el concepto de espacio personal y pegando su muy muslo al de ella, como si en la banca no cupieran fácilmente dos personas más y un perro oso polar.

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora