Día 20.- Dominación asertiva: El motivo oculto

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Día 20.- Dominación asertiva: El motivo oculto


—Yo también iré, te acompañaré.

—Sami, ya te dije que no...

—¿Acaso crees que por ser omega soy débil? -mencionó la omega, perdiendo la paciencia ya.

Llevaban largos minutos discutiendo, y mientras la pelinegra observaba a su alfa alistarse se negaba a dar su brazo a torcer.

—Sabes que eso no es lo que pienso. -dijo con un ademán conciliador de sus manos.

—¿Entonces, Korra? ¿Por qué no puedo acompañar a mi alfa a la batalla? Hay que derrotar a Amon y yo puedo ayudarte.

—Lo sé... créeme que tu ayuda sería invaluable Asami... pero esta vez seré firme con esto y debo pedirte que te quedes aquí en la Isla Templo Aire con nuestros padres y la familia de Tenzin... por favor, por lo que más quieras, compréndeme...

—¡Es que no te comprendo! Más de una vez te he acompañado al campo de batalla. ¿Cuál es la diferencia?

La ojiazul apartó la mirada de los iris enfurecidos de su amada y terminó de atarse sus colas de lobo mientras hablaba con voz resignada.

—Yo... tu... bueno... digamos que simplemente lo es... además, sabes que Amon ya intentó llegar hacia tu familia secuestrándote para chantajear a tu padre y que lo ayude con su causa... no podemos arriesgarnos a ponerte en el campo de batalla.

—¡Pero logré librarme! ¡No soy una damisela en apuros ni una mujer indefensa! Además, Korra ¿Y si yo quiero ir contigo de igual manera? Podemos ser pareja, podemos estar incluso marcadas en secreto sin que nadie más lo sepa, pero sigo siendo una persona autónoma. No puedes mandar sobre mis actos.

—Yo... yo lo sé... y siempre te respeto porque tú y yo somos iguales, ninguna es más o menos que la otra... y por eso te pido de antemano perdón por lo que diré -la alfa tomó una fuerte respiración y volvió a encarar a su amada- Si no accedes a quedarte por voluntad propia, tendré que usar mis alfa feromonas para instarte a hacerlo.

Los ojos de la omega ojiverde se abrieron de incredulidad ante lo escuchado, no sabiendo si lo que más le impactaba era la impresión o el horror. Korra siempre había sido una alfa tan justa y para nada dominante o denigrante con omegas, a diferencia de muchos otros alfas que en sus cortos 17 años de vida había visto. Y ahora esa princesa azul, a la que se había entregado en alma y cuerpo, la que pensaba era la alfa perfecta... la estaba presionando con su dominio alfa, sabiendo que, al estar emparejadas, ella no podría negarse ante las señales que sus potentes feromonas le mandaran. Estaba puesta a su voluntad y aunque sus propias feromonas también podrían manipular a Korra, estas eran menores en intensidad y no tendrían oportunidad.

Asami entrecerró los ojos y observó de arriba hacia abajo a la castaña, con desprecio y decepción en su mirada.

—Haz lo que quieras, Korra... es más, mejor vete ya... no quiero verte. Has sido muy diferente a lo que me imaginaba... ahora te miro y solo pienso en lo arrepentida que estoy de haberme dejado marcar por alguien que puede usar una artimaña tan baja.

La omega giró sobre sus talones y salió de la habitación dando un portazo, sin observar la mueca de dolor que había producido en las bellas facciones de la morena, la cual había estirado una mano para intentar detenerla, pero al final simplemente hizo un puño y la bajó mientras cerraba los ojos intentando contener las lágrimas.

—Es lo mejor... -se susurró a sí misma, animándose- podrá estar muy enojada, puede incluso odiarme por el resto de su vida y terminar conmigo... pero los prefiero vivos y sanos.

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora