Día 2.- Aroma: Fragancia lasciva

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Día 2.- Aroma: Fragancia lasciva


—Hmm...

Asami tarareó, gustosa, inhalando profundamente aquella exquisita fragancia.

Su aroma favorito.

La esencia de su omega, de su amada Korra.

Amaba todo de su esposa, tanto los aspectos intangibles como su personalidad y la inconmensurable bondad que irradiaba... así como los agradablemente palpables atributos, como aquellos senos turgentes, labios suaves, ojos de océano, músculos firmes, caderas anchas, nalgas regordetas, monte de venus acolchado y ese vientre marcado que el próximo calor se encargaría de llenarlo con una hermosa camada de cachorros.

Sí, amaba todo de Korra, pero había una sola cosa que amaba por encima de las demás... y esa era su aroma.

Incluso sobre el sabor glorioso de sus labios, del sudor de su piel después del sexo o del néctar que emanaba en cada clímax... incluso sobre todas esas delicias para su paladar alfa, el aroma de Korra era lo que más la derretía.

La mítica brisa marina que emanaba de sus hebras castañas...

La deliciosa fragancia que partía de las glándulas odoríferas de su cuello...

Cada aroma consciente o inconsciente, cada feromona, cada esencia proveniente de ella le encantaba... no por nada era su alma gemela, la omega que había desposado, que amaría y cuidaría en cada momento de su existencia.

Pero si era franca, entre todos los aromas exquisitos de Korra, había uno que resaltaba, uno que era su adicción, que no concebía poder vivir sin hundirse en él, sin respirarlo tan profundamente que cada parte de sus pulmones se impregnase de aquella dulce esencia...

—Sami... -susurró la omega, acariciando los rizos azabaches de su amada alfa- estás haciéndolo de nuevo...

—¿Hmm? ¿Qué cosa? -respondió con fingida inocencia, mientras volvía a inhalar su aroma preferido en todo el mundo.

Con la sonrisa post-orgásmica aún plasmada en los labios, la omega volteó los ojos y siguió acariciando el cabello de su alfa mientras con cariño le susurraba.

—Amor, soy toda tuya. Pero por más que me encante sentir tu rostro pegado a mi intimidad, sabes también que adoro cuando me das un beso después de hacerme llegar. Así que ¿Qué tal si te alejas solo un ratito y subes a dármelo? No te preocupes, nadie robará tu premio allí abajo, mi alfa pervertida.

Porque Oh sí, Asami Sato era una alfa pervertida... y su omega amaba eso.

La mujer de ojos verdes asintió y subió hacia el rostro de su esposa, no sin antes aspirar una vez más por sus fosas nasales la embriagadora fragancia y dar un tierno beso en el aún sensible clítoris. Al estar finalmente cara a cara con su pareja, la abrazó, entrelazando sus pieles desnudas, sintiendo ambos pares de pezones rígidos rozándose y con su palpitante erección haciendo contacto con el vientre de su amada. Siseó por el estímulo, pero alejó el pensamiento de la necesidad en su parte baja, concentrándose en esos orbes azules que la miraban con una mezcla de amor, felicidad y deseo que desearía poder plasmar en un lienzo para conservar el recuerdo perenne de la belleza del momento.

Acogió con una mano su perfilado mentón, analizando la exquisitez de su piel de caramelo, embelesada por la delicadeza de sus facciones, acariciando el fino labio con el pulgar mientras lentamente avanzaba su rostro hacia el de ella... cerrando finalmente la tortuosa distancia.

Sublime mezcla de salivas con el encantador toque del néctar más íntimo de Korra.

Este era otro de sus aromas favoritos, el de la confluencia de fluidos.

Ambas tararearon de placer al compartir sabores y tras largos minutos se separaron, transformando el cándido y profundo beso en pequeños besos más lánguidos, cariñosos, esporádicos y juguetones.

Cuando la alfa estaba a punto de volver su rostro a su lugar favorito del mundo, el vértice de las piernas de su omega, su esposa llamó su atención.

—Cariño, creo que te olvidas de algo... -indicó, instando a su esposa a recostarse boca arriba y a gatas colocándose encima de ella, con su húmeda y fragante raja frente a los verdes orbes y teniendo delante de sí la apetitosa polla que segundos atrás había estado clamando atención, dejando líquido preseminal en su abdomen- te olvidas que yo también amo tu aroma...

Hundiéndose en las partes más íntimas de la contraria, ambas disfrutaron del banquete sensorial; tocándose, saboreándose y deleitándose con el exquisito aroma que solamente podría provenir de tu alma gemela, de tu persona especial.

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora