Día 18.- Ronroneo Omega: Suave como la seda, reconfortante como un abrazo

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Día 18.- Ronroneo Omega: Suave como la seda, reconfortante como un abrazo


Desde que vio el rostro de su ahora esposa una mañana en la fila de la Cafetería "Cuatro Naciones", Asami Sato amó todo de esa omega:

Sus sedosos cabellos castaños.

Aquellos ojos de mar en calma.

La pequeña y algo chata naricilla de botón.

La brillante sonrisa contagiosa.

La natural belleza de sus facciones.

Una sola mirada había bastado para que su alfa interna gritara ¡Quiero conocerla! Y aún no había reto alguno al que Asami no hiciera frente con el pecho hinchado de orgullo. Pese a cualquier pronóstico y con la inmensamente gran posibilidad de que aquella señorita la catalogara de atrevida o acosadora y se ganara una merecida cachetada, Asami fue a la mesa de dicha belleza de piel achocolatada y con un saludo que se mostraba demasiado confiado para los nervios que tenía, pero no tanto como para verse demasiado fanfarrona o presuntuosa, le pidió la oportunidad de sentarse a su lado y conversar mientras esperaban sus pedidos. Lo gracioso es que tan atrapadas quedaron en la conversación que sus pedidos para llevar un dependiente se los llevó a la mesa y comenzaron a comer allí mismo para poder seguir hablando.

¡El mejor desayuno de su vida!

No solo comprobó que aquella chica era más que un rostro bonito, que era divertida, aguerrida y simplemente brillante... sino que también logró conseguir su número... ¡Su número! ¡Y quedaron para verse de nuevo en el desayuno del siguiente día!

Bien dicen que la vida da sorpresas, si le hubieran dicho que por un jugo de naranja y un desayuno mediterráneo conocería a su media naranja, hubiera acusado de locura a aquella pobre alma.

Pero así había sido, día a día, mes a mes conociéndose más...desayunando... chateando... quedando para almorzar... salir fines de semana... y cuando menos lo esperaban ya llevaban seis meses de novias y al año juntas se mudaron.

El tiempo pasa volando y parecía un bello sueño con Korra a su lado. Todo con su omega fluía, ella como una hoja en el viento, delicada y elegante entre las brisas, avanzando en la corriente de la vida e impulsándola a seguir con ella esa danza infinita.

A los dos años de noviazgo finalmente se casaron en una adorable ceremonia íntima con amigos y familia y, aunque antes había erróneamente creído que ya conocía todo aspecto digno de adoración de su pareja, se había equivocado severamente.

Ya amaba su personalidad, ya amaba su calidez, sus gemidos al llegar al clímax, su perseverancia, su cuerpo musculoso de curvas femeninas, sus aromas, sus sabores, sus pucheros... todo lo tangible e intangible, todo lo perverso y santo que pudiera ser imaginado por el hombre... pero faltaba una cosa más a ser descubierta para alabar, algo que por primera vez lo había hecho en su luna de miel y que desde allí se había convertido por mucho en su sonido favorito de todo el mundo, muy por encima del canto del ave más exótica o de la canción más armoniosa... No, esto era superior, una belleza inigualable para su audición: El ronroneo de Korra era lo mejor.

¿Cómo es que lo descubrió recién tras dos años de noviazgo?

¿Cómo había podido vivir sin esa melodía dadora de vida que cautivaba el corazón?

No lo sabía, solo sabía que habían decidido mutuamente postergar el sexo sin condón y el anudamiento hasta después de casadas... y ahora no sabía si sentirse triste de no haber podido deleitarse antes de ello o feliz ya que la primera vez en disfrutarlo fue una ocasión tan especial para ambas.

Y es que no solo era el hecho del por sí increíble acto sexual completo, la sensación de las paredes de Korra apretándola sin barrera alguna, lo reconfortante de sentir su nudo finalmente entrando en el apretado coño y el deleite de correrse en ese envolvente calor para pintar su útero de blanco... no, no solo era eso.

Era mas bien el hermoso hecho de que cuando Korra era llenada con la cálida semilla y anudada para que no saliera, la omega dulcemente ronroneaba.

Un ronroneo suave como la seda y reconfortante como un abrazo.

Un ronroneo que retumbaba por el pecho del alfa y la llenaba de una paz inconmensurable.

Se sentía flotar al escucharlo.

Era felicidad auditiva en la más pura concentración.

Si Asami alguna vez pensó que era humanamente imposible amar más a Korra, supo que se equivocó. Ahora sabía la verdad. El amor hacia su pareja, hacia su omega, hacia la futura madre de sus cachorros era infinito, nunca alcanzaría un tope ni culminaría, si siquiera con la muerte finalizaría pues sus espíritus estaban unidos por el resto de esta y de todas las vidas.

Y la idea de cada día poder brindarle un poquito más de ese inmenso amor, la llenaba de alegría.

Sonriendo amorosamente, la alfa finalmente enterró su grueso nudo en la entrada de su amada, y como una bella costumbre de la cual nunca se aburriría, ambas vinieron juntas, uniendo sus liberaciones en el canal de su amada.

Korra, satisfecha a más no poder, ronroneó. El sonido reconfortó inmensamente a su alfa quien la abrazó por la espalda y comenzó a dar caricias en su abultado vientre mientras susurraba palabras tiernas al oído de su amada. Últimamente por el gran tamaño del vientre embarazado de Korra, habían tenido que follar acostadas de lado en la cama y aunque no era la posición favorita de la pareja, estaban de todas formas contentas de poder seguir intimando con cierta normalidad.

El ronroneo de la omega se extendió y como efecto colateral del relajamiento, estaba indujo el sueño en la alfa. Asami se aferró más al cuerpo de su omega, teniendo cuidado de no lastimarla en el bello vientre o por algún estiramiento de sus genitales anudados y dando un último beso en el cuello de su esposa con el susurro de un "Te amo" finalmente cayó en el mundo de los sueños, pensando en qué cosas nuevas amaría de su pareja cuando sus cachorros nacieran y si, como decían los libros, el ronroneo de una madre omega era el sonido más afectuoso que podría ser escuchado.

¿Korra podría ronronear de manera aún más bella?

Con el tiempo podría averiguarlo...

Por ahora solo quedaba aferrarse al calor de su amada y soñarlo.

Omegacember KorrasamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora