Capítulo 4.

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Adaptándose.

Dos semanas después de su llegada a Privet Drive, Regulus estaba listo para salir al mundo muggle. En esos días había estado aprendiendo sobre su sistema monetario, sobre algunos aparatos tecnológicos y, por supuesto, su forma de vestir.

Miró de reojo al pequeño azabache a su lado mientras ambos salían a tomar un taxi, el niño se sentía tranquilo y había recuperado la ligera confianza y seguridad que se instalaba cuando estaba con él, dejando atrás la tensión, los nervios y, sobre todo, las pesadillas de los primeros días después de su regreso. Bueno... no es que estás desaparecieron por completo, pero por lo menos ya no eran diario.

⋙Flashback

Harry se despertó sollozando tras haber tenido una pesadilla en donde sus papás, a quienes veía como sombras únicamente porque no conocía sus rostros, le gritaban que lo odiaban y que debería dejar de estorbar en la vida de sus tíos. No pudo evitarlo, años de entrenamiento para llorar en silencio para evitar más golpes o gritos no fueron suficientes para acallar los sollozos que escapaban de él. Estar de regreso a la casa donde sufrió por tantos años luego de estar lejos de ella lo había dejado con la sensación de que en cualquier momento le iban a gritar porque algo se rompió y obviamente era su culpa, aunque el no lo hubiera hecho o porque la comida no estaba lista o por cualquier razón que a sus tíos o primo se les ocurriera. Se aterrorizó al ver entrar a Regulus a la habitación, había interrumpido el sueño del que consideraba su salvador por culpa de sus sollozos y eso, lo hizo llorar con más fuerza.

—N- no me abandone aquí— lloriqueó cuando el adulto se sentó a su lado. —p-p-prometo portarme muy b-bien y-y n-no volver a despertar-lo, p-pero por favor— balbuceo, aferrando con fuerza las sábanas bajo sus manos.

—Harry, tranquilo. No pienso dejarte, ya te lo he dicho— confortó el mayor. —todos solemos tener pesadillas; yo las tenía a menudo. 

Regulus, sin saber que más hacer, hizo lo que su hermano hacia con él cada que sucedía eso, tomó con suavidad al niño que parecía de seis años en sus brazos y comenzó a acariciar su cabello.

Fue un error porque el niño se cubrió la cabeza con los brazos y entro en una crisis donde parecía creer que lo iba a golpear y Regulus tuvo que volver a dejarlo en la cama.

No fue sino hasta media hora después donde el mayor se arrodillo a su lado en la cama y no dejo de susurrarle cada poco que todo estaba bien, así como también que no lo abandonaría que el niño se fue relajando, hasta caer de nuevo dormido.

⋙Fin del flashback

Regulus sacudió la cabeza deshaciéndose de esos recuerdos. Ese episodio sucedió como tres veces, pero  poco a poco las cosas fueron con más calma y en una pequeña rutina, hasta esa mañana. Regulus por fin había recibido lo que esperaba y, lo que le impedía salir al mundo muggle, además de su obvio desconocimiento sobre el: una tarjeta conectada al banco de Gringotts, que se podía usar tanto en el mundo mágico como en el muggle.

Había estado preocupado pues necesitaba comprar ropa adecuada tanto para él, como para el niño, entre otras cosas, por lo que le había escrito a su abuelo Acturus Black III; quien, como todos sus tíos y abuelos tanto paternos como maternos sabían que estaba vivo, manteniendo el secreto por un juramento inquebrantable hecho a Walburga Black; quien les hizo jurar apoyo a su hijo y guardar sus secretos, incluyendo su estatus de vivo.

Dentro del sobre también venía incluido un kit de pociones de primeros auxilios, junto con otro tanto de pociones nutricionales, de apetito y para dormir sin sueños. Los cuales fueron comprados a Severus Snape, el mejor pocionista a su parecer, usando el nombre de su abuelo.

Un Nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora