Capítulo 8.

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☆~Callejón Diagon~☆

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~Callejón Diagon~☆

—¿Crees que tarden mucho papá? — preguntó Harry; viendo el andar nervioso de Regulus.

Al día siguiente de mandar su respuesta a Hogwarts, le llegó otra carta avisando que alguien de Hogwarts iría a buscarlo para acompañarle a comprar sus materiales escolares el día de su cumpleaños; Andrómeda había soltado muchos improperios que le pidió al menor no repetir, pero no le quedo de otra que aceptar y posponer su celebración para el día siguiente.

—No, deben estar aquí en un par de minutos— respondió el mayor sin detenerse.

—Te veré ahí ¿verdad? — preguntó el azabache.

Regulus detuvo su andar y lo miró. Los daños físicos de cuando lo encontró parecían haber remitido, exceptuando a su tamaño que lo hacía aparentar la edad de un niño de 9 años, fuera de ello, Harry demostraba una vitalidad que iba de la mano con su carisma. Mirando al pasado, podía decir que habían avanzado mucho, incluso si había ocasiones en las que se aislaba en su mente, despertaba con pesadillas sobre su tiempo con los Dursley o tenía ataques de pánico y ansiedad cuando sucedía algo que le recordará a un episodio especialmente feo que hubiese vivido con ellos, pero no eran tan frecuentes.

Su sonrisa era vibrante al igual que su risa, te contagiaban y hacían sonreírle de vuelta. Él y Andrómeda habían tenido que esforzarse mucho para no caer en los encantos de su sonrisa y dejarle comer dulces de más. Regulus sabía también que ese lado únicamente lo demostraba con ellos, porque fuera de las paredes de ambos hogares, únicamente sonreía de lado en un gesto que le hacía parecerse más a James y reía con una ¿elegancia?, que, aunque le asustará, le recordaba a él. Eso era obra de su prima Andrómeda.

—Sí, Harry. Llegare con tu tía Andrómeda, ella me cambiará algunos rasgos del rostro. Te veremos en Gringotts y encontraremos la excusa para acompañarte en las demás compras.

El niño asintió satisfecho, justo cuando el timbre sonaba y, no mucho después el grito de Petunia Dursley, a quien Regulus le hecho un hechizo para que recibiera a quien sea que llegase por Harry, se escuchó desde abajo.

Con un abrazó rápido, el niño apuro su paso; Regulus se asomó por las escaleras y casi se va de espaldas cuando vio a Hagrid saludando efusivamente al chico, mientras le echaba miradas de desagrado a los Dursley.

Bueno, eso facilitaba su plan.

⚡⚡⚡

Harry podía apostar que Hagrid, como le dijo aquel hombre que se llamaba, era el más grande que había visto jamás, tanto en altura como en anchura, sin duda, superaba con creces la altura de su papá y la anchura de Vernon Dursley.

Se sintió confundido cuando al bajar lo vio a él, ya que junto a su familia creían que una profesora iría por él, pero pese a la apariencia de aquel hombre, no se sintió intimidado cuando se acercó a saludarlo con demasiada familiaridad y emoción. Su interacción se dio con demasiada facilidad e incluso Harry se olvidó que estaba en mismo espacio con los Dursley en la sala y estuvo tentado a pedirle al adulto que se sentará para que comieran el pastel que le había llevado como regalo de cumpleaños. Sino lo hizo fue porque vislumbro la sombra de su papá por las escaleras.

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