|°|El troll y escobas locas|°|
Harry despertó con el delicioso aroma de calabaza asada flotando en el ambiente, lo que lo hizo voltear instintivamente al calendario pegado a la pared y la emoción que lo embargaba cada día al despertar con ganas de reunirse con sus amigos o de la expectativa de aprender algo nuevo, desapareció: era 31 de octubre.
Asistió a clases por temor a que vieran un tema importante o recibir algún reporte, pero su mente estaba a cientos de kilómetros de ahí, en un lugar que, de no estar en Hogwarts, estaba seguro estaría visitando en compañía de su papá Regulus.
—¿Y bien, señor Potter? ¿por qué no está en el banquete como todos los demás? — preguntó Madame Pomfrey —¿pensaba hacer alguna travesura? ¿romper alguna regla?
Harry la miró un poco alarmado.
—No, claro que no señorita Pomfrey— se apresuró a decir.
La verdad es que había acabado ahí porque la idea de asistir al banquete, precisamente en ese día, no era algo que le atrajera. Por el contrario, sentía que necesitaba un tiempo a solas, así que lo único que se le ocurrió en su camino al Gran Comedor siendo acompañado por Hermione, fue decirle que no se sentía del todo bien y que iría a la enfermería, pero la chica lo miró preocupada e insistió en acompañarlo. Cuando llegaron, el chico no tuvo más remedio que entrar y esperar a que se alejara para irse, pero entonces, justo antes de salir del lugar la sanadora lo había encontrado, llegando a esa situación.
—Estoy esperando una explicación que no me haga llamar a la jefa de su casa, muchachito — la mujer lo miró con ojos entrecerrados.
—Yo...— Harry la miró por un momento —no planeaba asistir al banquete, señorita Pomfrey.
—¿Y por qué es eso?
—Sé que es un día importante, porque festejan que este día ya no sea como en aquellos tiempos donde brujas y magos eran sometidos a torturas dolorosas y a la incineración. Veo la importancia de festejar que un evento como ese ya no se dé, pero para mí es también es el aniversario luctuoso de mis padres— se sinceró el azabache. La sanadora abrió los ojos sorprendida.
—Claro sí, como pude pasarlo por alto— murmuro la mujer.
—Comprenderá entonces, que no es un día en el quiera festejar, por respeto a su memoria. —Harry alzo la mirada, encontrándose con una mirada comprensiva en la mujer.
—Lily fue una de las mejores estudiantes que Hogwarts ha tenido en mucho tiempo, señor Potter. Nunca podré olvidar las de veces que se ofreció a ayudarme a depurar pociones que ya no sirvieran y ayudar en la preparación de nuevos. Su padre... James Potter, por otro lado, fue de los que más canas verdes estuvo a punto de sacarme, pero fue un estudiante estupendo.
Harry miró a la mujer con ojos brillantes, agradecido por el dato.
—¿Sabe? Creo que sus amigos lo entenderían si se los explicará señor Potter. No tenemos por qué pasar por cosas malas nosotros solos, sin embargo, respeto su deseo de privacidad. ¿necesita algo? Asistiré al banquete, pero usted puede quedarse unos momentos y luego ir a su sala común.
Harry le agradeció inclinando la cabeza hacia ella, sin decir nada más. La mujer le regalo una sonrisa y salió del lugar, no sin antes llamar a un elfo para que le llevara la cena al niño.
En contraste con el escenario de melancolía y tristeza en el que se convirtió la enfermería a penas la puerta se cerró, el Gran Comedor brillaba con las risas y la alegría de los alumnos que disfrutaban del delicioso banquete que se estaba llevando a cabo. El sonido de platos, cubiertos, risas y anécdotas y anécdotas de algunos hijos de muggles acerca de la forma en la que solían celebrar ellos aquella fecha era lo que llenaba el lugar. Sin embargo, en cada mesa había uno que otro estudiantes que miraba hacia la puerta cada tanto, preocupados por la ausencia del niño de ojos verdes.
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Un Nuevo comienzo
FanfictionHarry ha vivido siete años junto a sus tíos, años en lo que lo único que ha conocido son insultos, golpes, despreció y dolor, mucho dolor. Ha perdido la infantil esperanza de que alguien lo salve, sin embargo, una mañana aparece un hombre que dice c...